José Tomás en Madrid

José Tomás toreará en Las Ventas. Es la noticia de la semana, del mes... y del año. Era necesario. Su presencia en Madrid es ya una realidad, pero las cosas no han sido sencillas. La empresa le había dejado fuera con toda la osadía del mundo. La Comunidad ha debido mediar para que se alcanzara el acuerdo. Tauroldelta no le quería pagar la cantidad que su apoderado, Salvador Boix, exigía. No voy a entrar en cifras. Creo que es una falta de respeto hablar del dinero de los toreros.

Pero lo lamentable es que una empresa como Taurodelta, con la fortuna de euros que amasa cada temporada y con el dinero que percibe de Las Ventas, dijera “no” al torero que más expectación ha levantado de la historia.

Y es así. Y si nadie dice esto es porque la mayoría de la prensa está más al amparo de las grandes empresas que de decir las cosas por su verdadero nombre. ¿Cuántos millones obtiene la empresa de beneficio con la plaza llena y si además se le suma la televisión? Una pasta. Y así una tarde tras otra. Es un gran negocio para ellos. Se cuentan con los dedos de una mano los carteles donde los toreros y ganaderos cobran una suma importante. En San Isidro hay mucho cartel barato para la empresa y dinero de sobra para pagar a un torero de la talla de José Tomás.

También se rumorea el complot de los empresarios más importantes del panorama taurino para parar los pies al diestro de Galapagar. Dejándole fuera de Madrid podrían bajarle los humos a sus exigencias en el resto de plazas. Felizmente no lo han conseguido.

Y todo esto con el telón de fondo de la televisión. Me alegro que a Sogecable y Molés, o viceversa, les halla salido el tiro por la culata. Lo que no puede ser es que gane más un periodista con un micro que un torero que se juega la vida ante un toro. La gran tarta de los beneficios de la tele debe ser para el torero, y el resto, si hay, para la televisión privada. En esta batalla hay muchos intereses y es complicado ir contra el sistema como hace José Tomás, pero hace muy bien. Esta batalla es suya, pero ganar la guerra...