Semana Santa en la Sierra
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
En estas fechas son muchas las personas que deciden marcharse unos días de vacaciones, pero también muchas las que prefieren quedarse y que llegan a las distintas localidades de la Sierra, donde también se vive de manera intensa la Semana Santa. No faltan atractivos desde el punto de vista turístico, gastronómico, cultural y de ocio, y a ello hay que unir en algunos municipios las procesiones, en las que se mezclan religiosidad y tradición. Así ocurre en San Lorenzo de El Escorial, con unas arraigadas celebraciones que se encuentran entre las más destacadas de la Comunidad de Madrid. Aunque es cierto que en los últimos años ha descendido el número de cofrades que acompañan a las distintas imágenes, no lo es menos que la Junta de Cofradías hace un sobresaliente y callado esfuerzo para mantener e incluso aumentar la importancia de la Semana Santa sanlorentina, que vive el viernes su día grande con la procesión del Santo Entierro y también la del Silencio, un ejemplo de cómo las tradiciones se mantienen vivas pese a las dificultades que pueda haber, como lo fue también el hecho de que, en medio de una aparatosa tormenta, el Cristo de la Buena Muerte saliese el lunes de su capilla en el cementerio hasta la parroquia, acompañado de un numeroso grupo de personas.
No es San Lorenzo el único municipio en donde la Semana Santa se vive con intensidad. También Galapagar cuenta con varias procesiones, contando este año con dos importantes novedades: una nueva imagen de Jesús entrando en Jerusalén para el Domingo de Ramos y la creación de una cofradía formada por población de origen inmigrante, una buena muestra de integración e interculturalidad. Además, en Villalba saldrá la procesión desde la parroquia de la Virgen del Camino, en Valdemorillo encontramos desfiles procesionales con arraigo y en Torrelodones, con unas celebraciones crecientes en importancia, unos 200 tambores de dos cofradías de Zaragoza romperán el silencio el Domingo de Resurrección tras la emotiva procesión del Encuentro.
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8525 | 3ama3 - 24/03/2008 @ 10:33:37 (GMT+1)
CARLOS BOYERO 23/03/2008 ELPAIS.com Hay terrores atávicos y monstruos de infancia que no los cura el tiempo ni la racionalidad. Sentía pavor cuando era niño (también ahora) ante las procesiones, la descripción minuciosa del sadismo, tortura y crucifixión que se habían cebado con el Salvador de los hombres, el rostro doliente y lloroso de su madre, la iconografía de temibles seres encapuchados en medio de tambores y trompetas. Aseguraban mis progenitores que los enmascarados eran buenos y que no me iban a hacer daño, pero imagino que mi miedo era comparable al de los negros del Misisipí cuando en medio de la noche veían una cruz ardiendo y dragones con capirote dispuestos a castrarles. No sé cómo montarán sus fiestas las zumbadas huestes de Satanás, pero es difícil que alcancen una atmósfera y una escenificación tan siniestra como la de los viacrucis y las procesiones de los hijos de la Santa Madre Iglesia. Huyendo de la lúgubre visión de los nazarenos, las calles cortadas, el éxtasis del gentío, el viejo y sombrío ritual de la glorificación del dolor, me refugio en el hotel y pongo la tele. Concretamente La 2, la que se dirige a las inmensas minorías, la televisión pública de un país aconfesional. Y descubro que le impregna idéntico, sufriente y conmovedor catolicismo que el que muestra la calle en días tan piadosos. Un silabeo inconfundiblemente curil anuncia la presencia en el Coliseo romano de un individuo de apariencia inquietante y llamado Benedicto que hará un emotivo recuerdo de las infinitas persecuciones que ha sufrido la Iglesia desde su gloriosa fundación. Ni una palabra sobre las que ha perpetuado ella sobre todo tipo de infieles. La sangre derramada en nombre de su Dios daría para llenar varios océanos. En el informativo de TVE-1 siguen apareciendo costaleros descalzos, picaos que se flagelan, penitentes que acuden vestidos con su propia mortaja. Qué bendición lo de tener fe. Qué desamparo el del agnóstico, qué angustia la del ateo.
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