Francia negocia suicidio asisitido por sedación terminal
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
El Gobierno francés ofreció el coma inducido a una paciente, con un raro tumor facial, que había pedido el suicidio.
La petición cursada a la Justicia por Chantal Sébire, una mujer de 52 años que padece un tipo muy doloroso e irreversible de cáncer en la cara, para que permita a su médico acabar con su vida, ha levantado de nuevo en Francia el debate sobre la eutanasia, obligando a pronunciarse a los miembros del Gobierno y al propio presidente Nicolas Sarkozy, a quien ha escrito una carta. Sébire ha rechazado la oferta que le han hecho las autoridades sanitarias de ingresar en un hospital y ser sometida a un coma inducido hasta que fallezca de forma natural.
Un tribunal de Dijon tiene previsto dictar sentencia a principios de la semana próxima. Ayer, sin embargo, tanto el primer ministro, François Fillon, como la titular de Justicia, Rachida Dati, se pronunciaron sobre el caso señalando que el magistrado no aceptará la demanda, en tanto que la actual legislación francesa, la Ley Leonetti de 2005, por el nombre del diputado que la redactó, sólo contempla la posibilidad de que los médicos puedan dejar morir a una paciente retirándole el tratamiento, pero nunca de aplicar la eutanasia activa.
El presidente Sarkozy, consciente del impacto que el caso está teniendo en la opinión pública, puso el caso en manos de su consejero en cuestiones médicas, Arnold Munnich, que ha propuesto a Sébire que se someta a un nuevo examen a cargo de los mejores especialistas en la materia para determinar si se han agotado todas las opciones de tratamiento.
Sébire padece un estesioneuroblastoma, o neuroblastoma olfativo, un tipo muy poco común de tumor que afecta al nervio olfativo y se desarrolla en la cavidad nasal, provocando intensos dolores y una terrible deformación facial. En los últimos 20 años tan sólo se han registrado en el mundo menos de un millar de casos. Los científicos apuntan a un origen genético, aunque no disponen de pruebas concluyentes. En cualquier caso es una enfermedad mortal; de promedio los pacientes no sobreviven más de cinco años. A Sébire, sin embargo, hace ocho que le diagnosticaron la enfermedad.
Las imágenes que han sido emitidas por algunas cadenas de televisión y las fotografías que han publicado determinados periódicos hablan por sí solas de la crueldad de esta enfermedad. Sin embargo, por encima del horror brilla la dignidad de esta mujer, tranquilamente sentada en un sillón, pulcra, insistiendo en que ha "luchado ocho años contra este tumor" y no dejará que sea éste el que acabe con ella. Las asociaciones favorables a la eutanasia activa destacan que, en realidad, se producen en Francia numerosos casos, pero normalmente los pacientes optan por ir a morir a Bélgica, Luxemburgo, Holanda o Suiza, donde la eutanasia ha sido legalizada.
El Gobierno rechaza esta posibilidad. Fillon insistió ayer en que la legislación francesa no está en condiciones de responder a la petición de la enferma y recordó que la solución que se le ha dado ha sido la de aliviar su sufrimiento con un coma inducido hasta el momento en que muera de modo natural. "La sociedad no puede responder a todas las cuestiones", dijo el primer ministro, "nos encontramos en los límites de lo que la sociedad puede decir y la ley puede hacer". Dati, por su parte, indicó que el magistrado sólo puede responder negativamente a la petición de Sébire y se mostró en contra de legalizar la eutanasia activa. La medicina, dijo, "tiene el objetivo de salvar vidas".