El Getafe sale su experiencia a flote
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Más espeso que nunca, cae ante el equipo de Laudrup tras conceder un gol de parvulario a Uche mientras buena parte de sus jugadores festejaban un tanto anulado
Con el Barcelona en el retrovisor a sólo dos puntos, el Madrid se montó una fiesta fuera de lugar y el Getafe, parece mentira, pero mucho más pícaro, se lo hizo pagar con creces. El caricaturesco gol de Uche retrató al peor Madrid de la temporada, a un equipo que se ha destemplado justo cuando su gran rival azulgrana rema más que nunca. Frente a un meritorio Getafe, al grupo de Schuster le faltó de todo: fútbol, ocasiones y aplicación. Hizo muy poco por revolcar a un rival más distraído por sus aventuras coperas, en España y en la Copa de la UEFA, pero entregó la cuchara de forma alevín.
Apenas se había cumplido una hora de un partido tedioso como pocos cuando un remate de Van Nistelrooy desviado por el Pato Abbondanzieri concluyó con un gol de Uche. De chiste. Los madridistas se alborotaron con serpentinas y confetis mientras creían celebrar un tanto de Robben anulado mucho antes de que el holandés embocara por un fuera de juego previo de Raúl. Estaban casi todos de juerga, sin prestar atención ni a sus adversarios ni al asistente, cuando Belenguer puso la pelota en juego. Sólo Raúl, siempre atento, se percató, aunque no pudo impedir el saque del capitán getafense. Cuatro jugadores se plantaron ante Casillas con Guti como cierre madridista y Heinze por los alrededores. Los demás aún se besaban en corro en el área del Getafe. Un disparate. Una jugada impropia de un equipo profesional; más aún, en un conjunto de tanto rango, con futbolistas de alcurnia, con jugadores cuajados la mayoría en mil batallas.
Al margen de la rocambolesca diana de Uche, desde el inicio el Madrid mostró su versión más espesa, como si la nueva zancada azulgrana le hubiera hecho gripar. Había dado pistas en Almería y frente al Betis, pero en Chamartín todos claudicaban ante su poderío. Frente al Getafe, el de Schuster fue un equipo de fogueo, pesadote, falto de chispa. Nada que ver con aquel Madrid que tenía al Barça a nueve puntos, con aquel equipo tan exuberante en las dos áreas. El Getafe, pese a todos sus problemas, le secó. Apenas le exigió en el ataque; el orden y el tesón de toda su muchachada le bastó para frenar a su opulento vecino. El equipo de Laudrup, que se desgasta en tres torneos, no pudo alinear a De la Red y Granero, exiliados por orden de su club de origen (el Madrid), se le lesionaron los dos laterales derechos (Cortés y Mario) y a los 20 minutos los dos pivotes (Celestini y Casquero) ya estaban amonestados. El Madrid no sacó provecho de estas circunstancias. En realidad, el experto fue el Getafe, que sí exprimió con pillería la parvularia actuación de un pelotón de madridistas en la jugada que derivó en la romería de Uche.
Las peores señales del Madrid las emitió Baptista, con demasiado protagonismo a la hora de tejer el juego local. Una mala noticia para el líder porque el brasileño no se distingue por su tacto con la pelota y mucho menos por su imaginación. Con Gago en la fontanería, el Madrid, una vez más, quedó a los pies de Guti. Una situación nada novedosa, pero que deja al equipo al límite, con un único faro. Si Guti no le alcanza, todo pasa por la puntería de sus delanteros. Lo que no es trivial, tratándose de ilustres como Van Nistelrooy y Raúl, pero tampoco los grandes tienen garantizado que el gol sea una foto fija. En lo que va de temporada, el Madrid jamás había rematado tan poco. De hecho, de su mejor ocasión, un disparo de Van Nistelrooy que desvió Abbondanzieri, llegó precisamente el tanto del Getafe.
Cegado por el eje, el Madrid tampoco encontró vías por los costados, asunto exclusivo de Robben, el único extremo alineado. El holandés se activó por las dos orillas, aunque nunca resultó trascendental para el Madrid, que terminó con Guti en la enfermería y tan esquelético como el propio Robben, desfondado físicamente. Los malos partidos agotan más de la cuenta. Y el del Madrid fue el más deficiente en el Bernabéu en muchos meses. El equipo se ha roto en plena crecida del Barça. El Madrid, que ya ha perdido más partidos oficiales que la pasada temporada con Capello, tirita, destemplado por su pésimo inicio de año; el Barça llega desde atrás, con todo el plantel en orden de revista por primera vez en el curso y con una eliminatoria, en apariencia, menos exigente en la Champions, pero con una cuenta copera de por medio con el Valencia. La Liga empieza de nuevo.