Parece que fue ayer...
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Las pasadas navidades abrí el cajón de mi despacho. Allí guardo las localidades de los cientos de festejos a los que he asistido en la Sierra en los últimos 20 años. Me dio nostalgia. Parece que fue ayer... cómo pasa el tiempo. Cada festejo encierra una pequeña historia. Se me agolparon recuerdos y me dí cuenta de lo mucho que ha cambiado la Fiesta en todo este tiempo. No sé si será para bien o para mal. Ésa es mi pregunta. Y por eso quiero que juzguen si era mejor lo de antes o lo que hoy tenemos.
Recuerdo aquellas novilladas de la feria de San Antonio con los entonces novilleros José Tomás y Uceda Leal, que ya apuntaban unas condiciones extraordinarias.
También recuerdo cuando vi por vez primera a Enrique Ponce, con una novillada de Peñajara. Fue en Cercedilla en 1989 y ya demostraba una facilidad y una técnica asombrosa. Un día antes tuve la ocasión de ver al siempre recordado Julio Atienza.
Los festejos en Cerceda o Mataelpino se celebraban con novilladas que eran verdaderas corridas de toros. Donde el toro era íntegro ahí estaba yo, igual que exijo ahora. Hoy día, para lo que han quedado algunos municipios.
En Moralzarzal recuerdo que el novillo era tan serio e íntegro como ocurre ahora. Me gustaba y me gusta ir a Moral. Nunca olvidaré la trágica cornada que un torazo de Justo Leiro le propinó a José Antonio Valencia.
Para cambios, en Los Molinos. Allí la plaza se montaba en la plaza del pueblo. Se ponían palos y gradas permanentes y era rectangular. Disfruté muchísimo en un festival en 1988 cuando Jaime Malaver mató cuatro erales en solitario. Cómo han cambiado las cosas... La primera novillada picada fue en 1990, con el hierro de Cayetano Muñoz. Hoy es feria de novilladas, pero creo que ese sabor taurino añejo a pueblo ya lo hemos ido perdiendo.
Otro de los aspectos característicos de aquellos años era el tipo de novillo que se lidiaba. Recuerdo en Navacerrada, como otros tantos municipios, erales con 300 kilos la canal y dos petacos. Los chavales las pasaban moradas con aquellos novillos. Recuerdo a Sebastián Córdoba, que con dos torazos castaños formó un verdadero lío. En Navacerrada también veía a “Manili” y a Morenito de Maracay. Me apetece seguir la próxima semana...