Alfredo Fernández
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Los antitaurinos son para la Fiesta y su entorno personajes, al menos, respetables. Las cosas importantes siempre tienen que tener adeptos y detractores, y la Fiesta no se iba a quedar al margen de esto. Otra cosa es que ese respeto no sea recíproco y ellos no hagan lo mismo con los que nos gusta. Y más en un país demócrata como es el nuestro. Toda la vida han existido los anti, con mayor o menor ruido. Pero lo que más duele es la degeneración de este gremio en la última época. Un gran detractor y mejor escritor como fue Pío Baroja daba sus argumentos, pero siempre con un sentido. Pero tristemente esto ya no ocurre. La falta de clase de los actuales son pruebas evidentes.
Viene esto al caso por la reciente aparición por el Congreso de personajes tan variopintos como la polifacética Isabel Pisano o la no menos curiosa Lucía Etxebarría para leer un manifiesto en contra de la Fiesta. La señora Etxebarría se dedicó a tener un paladar de mal gusto y a decir literalmente cosas como estas: “Las fiestas taurinas nos cuestan 564 millones de euros al año, 47 euros por persona. En mi próxima declaración no voy a pagar esos 47 euros y me los voy a gastar en mi propia corrida, que, les aseguro, no será de toros, y pienso en un botella de champagne del caro y un lubricante de sabor a fresa”. ¿Este es el tipo de antitaurinos que tenemos? Si estos son los anti, la Fiesta está salvada. No hay que temer. Porque vaya vasca. El Congreso desestimó sus argumentos y su declaración de abolir la Fiesta no saldrá adelante.