En fútbol, dos y dos no son siempre cuatro

“Un equipo tarda mucho en hacerse y muy poco en romperse”, dijo a este periódico un entrenador de fútbol mientras veía deambular, hace dos semanas, a los jugadores del CUC Villalba por el Municipal en el trancurso del partido que jugaron contra el Rayo Vallecano B. Y lamentablemente, hay indicios que empiezan a darle la razón, porque el conjunto serrano parece una caricatura de aquél que la pasada temporada llegó incluso a ocupar durante tres jornadas consecutivas el liderato del Grupo VII de Tercera División. Sin apenas jugadores de renombre, con un técnico de los que algunos denominan de andar por casa y con una partida presupuestaria bastante inferior a la actual, el club representativo de nuestra ciudad tuteaba a sus adversarios y convertía su estrecha e incómoda cancha en un auténtico fortín.

Este año, pese a tener un nuevo y amplio estadio dotado de cesped natural y magníficas instalaciones, un entrenador de renombre cuyo pedigrí recoge su vinculación al Real Madrid y una plantilla formada por jugadores duchos en su profesión - algunos incluso han militado en equipos de categoría nacional-, a la junta directiva que preside Marisa Comenge se le están cayendo los palos del sombrajo y con ello las aspiraciones que tenían de hacer una brillante campaña e incluso de llegar a jugar la liguilla de ascenso a 2ª División B.

En fútbol, como se ha dicho muchas veces, dos y dos no son siempre cuatro y por eso aquello que a priori cuenta con todos los aditivos necesarios para alcanzar el éxito se convierte, sin explicación alguna, en un descomunal fracaso. El CUC Villalba está más cerca de lo último que de lo primero y, salvo que el nuevo técnico, Miguel Cerdán encuentre la varita mágica que le permita echar el freno a tanto desatino, el club puede sufrir un grave varapalo deportivo con graves consecuencias para su tesorería.