EL MIRADOR
El mundo al revés
D. Peláez
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
A los mamarrachos urbanos les encanta hacer pintadas en los muros públicos y en las propiedades ajenas, ya sean garajes, portales o fachadas. Y muchos responsables de la fauna política llevan lustros disculpando estas prácticas en nombre de la supuesta libertad de expresión que tenemos todos los ciudadanos, de forma que algunos imbéciles armados con spray acaban yéndose de rositas sin recibir siquiera una mínima multa, tras guarrear con sus chorradas reivindicativas -ya saben, la represión y demás- ciudades enteras.
No ha sido ésta, por fortuna, la postura de todos los ayuntamientos, al menos últimamente, pero cierta parte de la supuesta progresía sigue reprobando que se castigue a los pobres chavales que tan sólo desean exponer sus reivindicaciones sobre un muro. Los gamberros así se sienten artistas incomprendidos y los ciudadanos que lo denuncian unos fachillas sin corazón. De nuevo, el mundo al revés.
Para paliar esta situación, el Ayuntamiento de Santiago de Compostela ha decidido exigir, amparándose en la ley, que las comunidades de vecinos se encarguen de limpiar -por supuesto con sus fondos- las guarradas de los adictos al spray. Quizá sea la única solución posible para mantener las ciudades decorosas, pero antes de eso los ciudadanos deberíamos ver cómo la Justicia castiga con rotundidad a quienes son cogidos plasmando su arte en vallas y portalones, que ya estamos hartos de ver cómo sólo se les obliga, en la mayoría de los casos, a sufragar los productos de limpieza o a realizar alguna ayuda a la comunidad.
Mientras siga pasando lo que está pasando, que los graffitis los limpien los graffiteros. Con los cuernos a ser posible