Han sido sus amigos los que le han obligado a ceder por la presión de pérdidas brutales en las bolsas, caída de la deuda, amenaza de recesión, subida de los precios y previsión de derrumbe en el empleo. Vamos lo que todo tipo de expertos vaticinaban.
Hasta sus amigos más íntimos como el propio Elon Musk ya le estaban abandonando asustados por la deriva en la que estaba sumido.
Hace unas horas algunos pensaban que caería como San Pablo del caballo, abandonaría a su gurú de los aranceles Peter Navarro y acabaría convertido en un converso del libre comercio. Lo que ni los más optimistas preveían era que iba a ser tan rápido.
Trump se ha acojonado y ha dado una demora de 90 días a su loco plan, pero la pregunta que planea es: ¿ahora qué?
Es probable que una parte del daño esté ya hecho, que la incertidumbre haya calado muy hondo y las consecuencias estén aún por venir.
Por otro lado está que el pulso con China se mantiene y ya se sabe que dos gigantes a guantazos pueden hacer mucho daño al resto.
Por eso no podemos ni debemos confiarnos. Un idiota de este calibre acostumbra a dar bandazos cada vez más irracionales.
El mundo, especialmente la UE debe prepararse con una posición unitaria. Si para algo debe servir este aviso es precisamente para eso, que la unión haga la fuerza.
En nuestro país para que los dos mayores partidos entiendan que la cooperación no solo es necesaria, es imprescindible.
Trump estos días nos ha enseñado no solo que él y sus locuras son nuestros enemigos, también sus cómplices de las extremas derechas planetarias, en España especialmente VOX.
VOX es el aliado natural de Donald Trump y el PP debe entender que seguir con sus pactos equivale a ser cómplice del magnate.
Mientras todo esto sucedía en Murcia y Aragón estaban dispuestos a seguir la misma senda marcada por Mazón en Valencia de pactos presupuestarios con los del Trump party.
Que la ciudadanía entienda que esos pactos equivalen a hacerlo con el agresor, con quién nos está situando al borde del precipicio. Ni una broma a partir de ahora con esos temas.
Lo que está ocurriendo ha cambiado las reglas de juego, ha cambiado el mundo.
Por otro lado las izquierdas, todas ellas, deben darse cuenta de que cualquier signo de debilidad con los dictadores que nos rodean nos condena al fracaso.
Trump no, tampoco Netanyahu, Bukele o Milei, pero y ahí está la clave, menos aún Putin, Maduro, Ortega, o Díaz-Canel.
Parece evidente y vamos camino de ello que con Trump acabará el mismo Trump, por eso hay que tener paciencia.
En estos nuevos tiempos quizás la diferencia no solo sea entre izquierda, derecha o centro, lo es fundamentalmente entre demócratas y no demócratas. Esta es la clave y quien no lo entienda lo pasará mal.
Veremos...
Si (
No(
