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El certamen Rafael Botí

ALVARO CIFUENTES - Torrelodones

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Pocas veces en mi vida he podido hallar un Concurso que resultara tan ofensivo para los propios pintores participantes como el que tuvo lugar en Torrelodones. No sólo alargaron sin motivo el momento de la apertura de la exposición y lectura de los cuadros premiados (más de una hora y cuarto), sino lo que aún es más grave, y esto es mucho peor: todos los cuadros estaban de cara a la pared, como esperando su pronto fusilamiento; los no seleccionados todos de cara a la pared y los seleccionados... también de cara a la pared y en una montañita, todos uno sobre el otro, dándose la estremecedora circunstancia de que los pintores iban preguntando uno al otro, ¿oye, has visto tu cuadro? ¿oye sabes donde está el mío?. Aún peor fue para los seleccionados, que además de no saber dónde estaba su cuadro, cuando lo supieron comprendieron que su obra era una más del montón, por supuesto, también cara a la pared. Me cuesta mucho comprender cómo los organizadores del Certamen de Torrelodones, donde me he prometido no volver, no se han dado cuenta de que todos los pintores tenemos nuestra dignidad de persona y de artista, y lo menos que podemos aspirar es a encontrar un buen trato a nuestra obras, sean seleccionadas, premiadas o no. A mí no me humillarán más estos señores, y los que decidan volver ya saben a que se exponen.

Finalmente, quiero manifestar mi desagrado con los organizadores, incapaces siquiera de pedir disculpas por sus errores, más bien parecía que estaban tratando con una panda de revoltosos delincuentes, y lo digo por las broncas que echó la locutora encargada de nombrar a los premiados.

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