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Pudiera ser
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Pudiera ser

Por Ramón Rodríguez Casaubón
lunes 08 de abril de 2024, 00:53h
Vamos a acercarnos a un cuento desde dos análisis diferentes. ¿Objetivos? Los que los lectores consideren. Y una pregunta, ¿estamos analizando un cuento o contando dos más?

Y de pregunta a cuestión: ¿Es Caperucita Roja un ejemplo de empoderamiento femenino?

En algunas versiones del cuento, Caperucita se caracteriza por su valentía e independencia, demostradas entre otras cosas con el riesgo que asume al atravesar en solitario un peligroso bosque para atender a su abuela enferma. Conforme se desarrolla la aventura se enfrenta a diversos desafíos, entre otros el lobo y sus engaños y argucias. Con su ingenio y determinación los irá superando. Fortaleza y resiliencia se unen en la figura de esta joven. Los roles de género tradicionales son subvertidos. La chica no es una damisela indefensa que se desmaya ante la adversidad. Lejos de ello Caperucita Roja toma la iniciativa, no solo es reactiva sino proactiva. Nadie decide por ella, más que ella misma. Desde su propia autoconciencia procede y sirve de ejemplo a otras jóvenes. Desde el conocimiento del entorno y el análisis de las circunstancias actúa, y este tipo de acciones siempre habían sido ejemplarizadas en los cuentos por personajes masculinos.

Podríamos seguir analizando capas de esta narración, pero ahora vamos a centrarnos en sí, ¿es Caperucita Roja un cuento machista? Podríamos dar una respuesta afirmativa si consideramos que los personajes son estereotipos clásicos de su contexto. Las mujeres, abuela y niña, deben ser rescatadas por un hombre. Y no por uno cualquiera sino un cazador. Un hombretón solitario que mata animales. El poder encarnado en hombre. La fortaleza representada por un hombre. La resolución configurada como hombre.

Caperucita Roja es educada por su madre para obedecer y seguir las reglas. Para ser una “buena” mujer. Con lo que se perpetúan los roles de género del patriarcado. Macho ordena, mujer subordinada obedece. La fábula se puede considerar una advertencia sobre los peligros del mundo exterior, y desde esta perspectiva proyectarse hasta generar un universo gobernado por el miedo en el que las mujeres, y muy especialmente las jóvenes, se convierten en sujetos pasivos dependientes que necesitan de la protección masculina. Sin el hombre no existe seguridad. En muchos finales, de las distintas versiones, un lobo macho se come a una joven inexperta y un cazador o leñador, hombre maduro tiene que salvar a la muchacha que despierta a la vida adulta. Es evidente que este cuento lo podemos también interpretar como un prisma freudiano y aparecerían componentes de índole sexual y violencias familiares muy claramente, pero eso lo dejamos para otro momento.

Lo dicho, que sean los lectores quienes saquen sus conclusiones y se decanten por la opción que consideren más acertada. Lo que les puedo decir es que ni ustedes ni yo estamos en posesión de la verdad absoluta, entre otros motivos porque no existe. Estamos hablando del problema de los tres cuerpos: realidad, observación e interpretación. Lo que considero como realidad, lo que percibo, es previamente observado, lo interpreto desde mis estructuras conceptuales y en el marco de unos sentimientos concretos dentro de un estado emocional particular en función de las características espaciotemporal determinadas en un momento específico.

Metafísica en estado puro. La ciencia ficción y la metafísica participan de intereses comunes relacionados con la exploración de constructos fundamentales sobre la concepción y esencia de la propia realidad, o con el sentido y origen de la existencia humana. Por lo que en demasiadas ocasiones se superponen temas y preguntas en ambas disciplinas y entre ambas. La ciencia ficción en un sentido profundo se puede considerar como una vía intergaláctica de descubrimientos durante el desarrollo de búsqueda de las implicaciones filosóficas que anteceden y suceden a los avances científicos y tecnológicos, mientras que la metafísica se ocupa de transitar vestida de abstracción por la senda intergeneracional que perfila la estructura holística de la humanidad con mayúsculas. Pero…, como dije, lo dejamos para otro día.

Ya lo expresó Soul Etspes mejor que yo:

“La vida es el arte de transmutar el esbozo de la realidad trazado en el lienzo de la observación en obra universal que otros puedan, también, interpretar”.

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