Con la llegada del verano, el Monasterio de San Lorenzo de Escorial descubre nuevos secretos: un cristo de bronce dorado de Bernini y los Jardines Reservados del Rey y la Reina. Dos atractivos más que sumar al importante patrimonio de la que es considerada como la octava maravilla del mundo.
“Lo que más maravilla me causa es la posibilidad de ver el Monasterio rodeado de todo el espacio que compone el Real Sitio, porque desde aquí se puede contemplar tanto el bosque de La Herrería como el de la Casita del Príncipe y sus jardines históricos”, explicaba el miércoles Pablo Larrea desde la terraza de levante de estos auténticos jardines flotantes (“los más bellos de España”, añadía), ya que su estructura no responde a la orografía del terreno, sino que se elevan por encima del mismo, rodeando en las fachadas de Oriente y Mediodía la inmensa mole granítica que mandó construir Felipe II. De este modo, señalaba Larrea, ya se pueden visitar unos 15.000 metros cuadrados de zonas verdes, ya que a los 8.000 de los Jardines de los Frailes se unen ahora casi 7.000 de los denominados Jardines Reservados del Rey y la Reina, en la parte posterior. “Siempre hemos hecho todo lo posible por favorecer la ecología y el medio ambiente”, declaraba Yago Pico de Coaña, presidente de Patrimonio Nacional, indicando que este espacio es “un ejemplo de mantenimiento y conservación”. “Somos auténticos líderes en esta materia, por encima de las disposiciones que haya establecido cualquier organismo”.
La fachada de OrientePero sin duda lo más relevante de esta apertura al público es que ahora se podrá recorrer todo el perímetro del Monasterio. “El visitante gana una perspectiva del edificio que antes no disfrutaba, con toda la fachada de Oriente, que es una de las más largas, con 202 metros lineales de extensión”, señalaba Larrea.
Se trata de un espacio de aire “francés, porque es la Dinastía de los Borbones la que introduce el gusto por el boj, aunque también heredamos elementos del pasado, con el jardín que conoció aquí, en el Real Monasterio, la Dinastía de los Habsburgo (Casa de Austria), con fuentes de piedra berroqueña que están en el centro de los cuadros. El diálogo del agua y la piedra es algo de lo que también podemos disfrutar”, indicaba el delegado de Patrimonio en San Lorenzo, recordando que también está presente la estructura clásica de la arquitectura herreriana. Larrea estimaba que aproximadamente un millón de personas pasa cada año por el Jardín de los Frailes, de acceso gratuito (las visitas al Monasterio se sitúan en torno a 500.000); ahora, continuaba, vecinos y turistas podrán disfrutar de este recuperado espacio.
En este sentido, el presidente de Patrimonio Nacional aseguraba que se realiza un “trabajo continuo”, con distintas actuaciones en la Basílica o la cubierta, además de las iniciativas puntuales que se desarrollan con el objetivo de acercar a la gente aspectos inéditos del incalculable patrimonio histórico-artístico del Monasterio. “Seguimos la línea de que lo que tenemos hay que verlo”, subrayaba Pico de Coaña.
En ese sentido destacó que la visita se enriquece ahora con el Cristo de Gian Lorenzo Bernini, única obra del escultor italiano en España. Un acuerdo con la comunidad agustiniana ha hecho posible que esta obra, que se podía contemplar en la capilla del colegio Alfonso XII, se haya trasladado a la celda prioral baja de las Salas Capitulares, donde se establece un interesante diálogo con varios cuadros de El Bosco. “Felipe IV encargó este Cristo para su Panteón Real, pero finalmente lo puso a disposición del público en la capilla del noviciado, hoy del colegio, con lo cual pudo ser disfrutado en ese espacio, que hoy en día no es público, sino para uso de la comunidad agustiniana y también para los estudiantes. Lo que hemos hecho es cumplir con la voluntad del monarca de mostrar esta obra a todos los visitantes; saldamos así una deuda histórica”, manifestaba Pablo Larrea, quien añadía que Patrimonio Nacional ha respondido a la “sensibilidad y colaboración” de los Padres Agustinos con la elaboración de una copia que se ha situado en el citado centro educativo.
En cuanto a las características de este Cristo en bronce dorado, Larrea señalaba que se esculpió en Roma en 1654, posiblemente después de que el pintor Diego Velázquez contactara con Bernini para trasladarle el encargo de Felipe IV. “Es una escultura barroca, aunque no encontramos la tensión propia de este estilo; es una figura serena, tranquila. Tiene una llaga, algo que lo distingue de otro Cristo de Bernini adquirido recientemente por el Museo de Bellas Artes de Boston”. Como curiosidad, antes de que ayer fuera expuesto al público, la pasada semana tuvo un visitante de excepción: el rey Juan Carlos, que acudió para presidir el capítulo de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
La novedad con que se cierra esta entrada en la temporada de verano es la incorporación de un carillonista, figura que desapareció hace casi 200 años, en 1810. El carillón, término de origen francés que significa algo así como torre de campanas, está asociado al Monasterio casi “desde la época fundacional”, recordaba Larrea, siendo uno de los pocos que actualmente se conservan en España. Un incendio en 1826 lo dejó casi totalmente destruido, hasta su recuperación hace unos años gracias a la intervención del holandés André Lehr. 47 campanas, nueve metros de altura y 19 toneladas de peso son las cifras de este carillón, que ahora, décadas después volverá a contar con carillonista: Manuel Terán, que ya está trabajando en las melodías y estudiando el sistema, que mantiene un teclado manual clásico y un mecanismo electrónico. Pablo Larrea comentó finalmente que dado que la Lonja es el lugar desde donde peor se escucha la música de este instrumento -por sus singulares características-, se están planteando la posibilidad de programar viajes acústicos por el casco histórico de San Lorenzo, que de este modo que se convertiría en un privilegiado auditorio.