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El Cóndor de la Bolsa de Valores
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El Cóndor de la Bolsa de Valores

Por Jesús Antonio Fernández Olmedo
jueves 12 de agosto de 2021, 09:00h
Desde el 2001 las potencias -bueno, son potencias militares se puede decir-, no han construido otra forma de visión del mundo sino con ataques perpetrados a países menos potentes militarmente como Afganistán, Siria, Libia, Yemen, Somalia, Filipinas e Irak para, supuestamente, solucionar los conflictos.

Una cantidad ingente de inversión en la fabricación de armamento, desplazamiento a esos países que nada tenían que ver con la propaganda que manejaron para justificar su intervención, como el cuento de que tenían "armas de destrucción masiva" y llegaron allí y no tenían mas que jabón para lavarse las manos.

Pero aún así, se quedaron durante años imponiendo su "democracia" y explotando ya sea de paso, ya que estaban allí, sus recursos naturales. Es decir, le tenían que cobrar por instalar la maravillosa "democracia".

Estos países invadidos han acabado mucho peor ahora que cuando se justificó la intervención. No se arregló nada ni se les solucionó nada de sus problemas, continúan con los mismos pero agravados.

Estados Unidos, aunque va de policía del mundo, no da una.

Se lanzaron a guerrear con los préstamos financieros de Wall Street elevando la deuda del gobierno federal por los astronómicos costos de estos conflictos.

Estados Unidos ya no puede ganar guerras, aún así continúa queriendo librar más y más.

Esto se explica porque el complejo militar industrial financiero que tiene ese país es el gran beneficiado de está fábrica de la muerte y para nada el país, las instituciones o su gente que pasivamente de momento solo ve cómo se va incrementando la deuda.

El cambio de todo este sistema tiene que ver más con nosotros, ya que cada uno puede aportar su grano de arena, comenzando por la vida de uno, dando un giro al estilo de vida y antivalores que existen.

Para ir después mas allá en la construcción de un mundo en donde la violencia sea erradicada totalmente y, para ello, tendríamos que abogar por la unión de la buena gente.

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