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La emergencia medioambiental no es más grave que la emergencia democrática

La emergencia medioambiental no es más grave que la emergencia democrática

“…Cuando fallan las democracias estamos a la puerta de la dictadura”

viernes 29 de noviembre de 2019, 07:12h

Mientras unos estamos plenamente convencidos de que nos estamos cargando al planeta, otros se empeñan en reírse ignorantemente de nuestras preocupaciones, Unos países se esforzaran lo mismo por reducir las emisiones de gases contaminantes, mientras China, Estados Unidos y la India seguirán lanzando a la atmósfera millones de toneladas de CO2. Los ciudadanos protestamos, pero los grandes países, y las industrias relacionadas con el petróleo hacen oídos sordos, Arabia Saudí y Nigeria son grandes productoras de petróleo, no firman siquiera el acuerdo de París, y los Estados Unidos se retiran de este acuerdo. Mientras tanto el tiempo corre, y el peligro se acerca.

Eso es exactamente lo que está ocurriendo en el ámbito de las relaciones humanas o en el ámbito de la película. Mientras los ciudadanos protestamos con todo tipo de injusticia contra la desigualdades económicas y sociales, contra los privilegios, mientras los ciudadanos salimos a la calle y los jubilados se desgañitan, mientras firmamos peticiones e, incluso, iniciativas legislativas populares, los señores de la política se ríen, y sobre todo se ríen las grandes empresas de la política, que son los grandes partidos políticos, pues viven precisamente de los privilegios de las dietas, de la confrontación y de las desigualdades.

Medidas urgentes

El mundo necesita tomar medidas urgentes contra el cambio climático, pero necesita tomarlas también contra la degradación democrática. No somos los simples ciudadanos los responsables del ascenso de los partidos radicales cualquiera que sea el signo que estos tengan. No somos culpables los ciudadanos que el Congreso de los diputados esté muy pronto dominado por los partidos independentistas. Tampoco lo somos de que un día no muy lejano el Parlamento Europeo esté copado por partidos antieuropeos. No podemos echar la culpa a la globalización, a la competencia desleal, a las mafias, a la droga. Las responsables son las grandes empresas de la política. Son los monopolios del poder político los que nos han llevado a esta situación. El nombre genérico es “partido político”. Los nombres propios los conocéis todos.

¿Y vamos a pedir a estas grandes empresas de la política que resuelvan ellas los problemas cuando son ellas las que están creando las desigualdades los privilegios, el culto a la personalidad, la falta de libertad de expresión, el petróleo… ¿No son ellas las que manipulan a las bases para que asientan a lo que pide su jefe? ¿No son los partidos políticos los que quieren enfrentar a los ciudadanos calificándonos de izquierdas o de derechas, de progresistas o de retrógrados? ¿Es que tienen algún valor las consultas de las bases cuando todos sabemos cómo se utiliza el aparato del partido para dirigir a militantes, sobre todo si son jóvenes?. Las únicas consultas que tienen valor son las que se hacen a todos los ciudadanos, y están muy claras. Los ciudadanos buscamos la concordia y el diálogo.

El clamor de una juventud sin futuro es atronador, lo es en todos los países del mundo, y las expectativas de unas pensiones dignas para los mayores son cada vez más reducidas, pues por delante de los jubilados están los sueldos de los afiliados al partido. Cuando fallan las democracias, estamos a la puerta de la dictadura. Y tampoco podemos permitir que los partidos jueguen peligrosamente con nuestra democracia. Quizás ambas emergencias tengan la misma causa.

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