Se mantiene el pulso entre el gobierno socialista de Pedro Sánchez y la familia de Francisco Franco, sobre la reubicación de sus restos tras la aprobación del gobierno socialista (10 de junio de 2019) de exhumarlos del Valle de los Caídos. Fue la vicepresidenta del ejecutivo socialista, Carmen Calvo, quien fijó la fecha del traslado del cuerpo del que fuera Jefe del Estado (10 de junio) al cementerio de Mingorrubio, en El Pardo, dónde está enterrada Carmen Polo. El traslado, dijo la vicepresidenta “se hará después de las elecciones autonómicas del 26 de mayo”, tal como recogía el diario El País. Dos meses más tarde el contencioso sigue pendiente de resolución entre las partes y sólo podría superarse, caso de que el Gobierno de Pedro Sánchez aceptase que los restos del general fuesen trasladados a la catedral de La Almudena, propuesta a la que también se opone el gobierno socialista, por razones obvias: “sería como ir de Guatemala a guatepeor”.
Así las cosas y con el contencioso en punto muerto, más tras el reciente y fallido intento de investidura de Pedro Sánchez, ahora en periodo de reflexión, todo parece indicar que la exhumación de los restos de Franco, se ha quedado en ‘vía muerta”, al menos hasta que las partes se pongan de acuerdo.
De momento los restos de Francisco Franco Bahamonde continúan en la Basílica del Valle de los Caídos (Cuelgamuros), construida entre los años 1940 y 1958 bajo la dirección de los arquitectos Pedro Muguruza, hasta el año 1950, que sería sustituido posteriormente por Diego Méndez por motivos de enfermedad, hasta la finalización de las obras.
Desde el principio se dispuso que el Estado español, recién salido de una terrible guerra no invirtiera ni una sola peseta en su construcción. Para poder financiarlo, se destinaron los fondos sobrantes de la denominada ‘suscripción nacional’ durante la guerra. Como luego se vio que no era suficiente, desde 1957 se realizaron unos sorteos extraordinarios de la ‘Lotería Nacional’ y a ello se añadieron algunos donativos particulares. Tales sorteos se habían celebrado en los años anteriores para la reconstrucción de la Ciudad Universitaria de Madrid, que había quedado arrasada por ser frente de batalla durante los tres años de guerra.
Obras y reducción de penas
En las obras de construcción participaron principalmente trabajadores libres y un porcentaje menor, aunque significativo, de presos entre los años 1942 y 1950, en régimen de reducción de penas. La presencia de estos encuentra su causa en la organización del sistema penitenciario español que contemplaba la existencia de la ‘Obra de Reducción de Penas por el Trabajo’, bajo la dirección de un Patrimonio Central que recogía las peticiones voluntarias de los presos que deseasen redimir el tiempo de su condena por este medio, además de cobrar un salario igual al de los trabajadores libres, y de disponer de una serie de ventajas (seguros sociales, amplia libertad de movimientos y trato normal con empleados libres, visitas y estancias de familiares, mejor alimentación, etc.) Algunos de ellos permanecieron trabajando como libres después de reducir su tiempo de condena.
Entre 30.000 y 50.000 enterrados
Conforme a la finalidad del monumento en total hay enterrados en la Basílica más de 33.700 caídos de ambos bandos según el registro (o más de 50.000 según otras estimaciones más probables), procedentes de toda España, por detrás de las dos grandes capillas del Santísimo y del Sepulcro (ambas a los lados del Crucero) y de los seis también laterales de la Virgen (en la nave de entrada).
Muchos están perfectamente identificados de forma personal y otros vinieron de fosas comunes, lo cual dificultó en su momento también su perfecta contabilización. No hay separación por bandos, sino que están unos y otros entremezclados.