El regreso, hace un par de meses, de nuestro Lobo Cobo a esta columna de El Faro del Guadarrama, tras varios años de ‘descanso’ obligado, ha sido muy bien acogida por unos y no tanto por otros, que ven en nuestro ‘lobito’ a un crítico ‘depredador’, sobre todo de políticos a los que no les pasa ni una. Pero hoy, hastiados de tanta política, afortunadamente los tiros van por ahí. Hoy, José Luis, un joven casado con una villalbina, residente en Ávila, nos ha enviado un mensaje a fin de poner en nuestro conocimiento la existencia de otros ‘loboscojos’, ‘afincados’ en distintos municipios la Comunidad de Castilla y León, concretamente en las provincias de Ávila, Zamora y Valladolid. Este abulense, asiduo seguidor de El FARO del Guadarrama digital, nos desvela: “He podido comprobar que hay en nuestro entorno otros ’Lobos Cojos’, como el de su periódico, tal como el ‘Lobo Cojo’ de Arenas de San Pedro que ‘apadrina’ un equipo de fútbol, o el ‘Lobo pirata cojo’ abanderando un restaurante de Ávila. José Luis también nos habla de la presencia de otro ‘lobo cojo’ en un restaurante próximo a Valladolid que en su cartas incluye como ‘plato de la casa’, las ‘patatas revolconas’. Pero la investigación no termina aquí, porque no hace mucho tiempo, un amigo de esta casa, nos hablaba de haberse encontrado con otro ‘Lobo Cojo’ a orillas del Atlántico, concretamente ‘apadrinando’ una cafetería de Vigo.
Es más, ayer mismo, recibimos a través de un correo electrónico, enviado por Fernando C.G., la fábula del ‘Lobo Cojo y el Asno’, que dice: “Un asno al ver que se acercaba un ‘Lobo Cojo’ y dado que su situación no le permitía escapar de enemigo tan temido, simuló encontrarse cojo y el lobo no pudiendo reprimir su curiosidad, le preguntó por la causa de su cojera. Este, le respondió que “al saltar una cerca, se me ha introducido una espina en la pata y prefiero morir antes de seguir soportando un dolor tan agudo.
“!Quíteme, por favor la espina, señor Lobo y devóreme cuando guste, sin miedo a lastimarse la boca!”. Este Lobo Cojo se dejó convencer, pero al levantar la pata del borrico para examinarla detenidamente, recibió una terrible coz en la boca, y a consecuencia de ello se quedó sin un solo diente. El malherido lobo, aun así, fue capaz de decir: “Bien merecido lo tengo, porque siendo de oficio carnicero ¿cómo se me ocurrió hacer de curandero?”. Qué cada uno saque su propia moraleja.