Me dice un villalbino de ‘pura cepa’, es decir, de los que aquí se conocen como ‘hijos del pueblo’, que nuestra insigne alcaldesa, Mariola Vargas, a tenor de encuestas y/o sondeos de opinión, si aún le queda alguna esperanza de repetir otros cuatro años en la ‘poltrona municipal’, ésta pasa por viajar a Fátima y pedirle a la Virgen que haga un milagro el ‘26-M’, no para ganar las elecciones, algo que con o sin la ayuda divina se nos antoja imposible, sino para que su candidatura consiga cinco o seis concejalías, única posibilidad para poder sentarse en una hipotética mesa de negociación con Ciudadanos y VOX, a fin de intentar entre estos tres partidos, sumar al menos 13 actas de concejal, cifra imprescindible para poder formar un gobierno de mayoría absoluta, dice Lobo Cojo.
Y claro, si a esta situación le añadimos los efectos negativos que está causando al ejecutivo local las conocidas ‘marioladas’ (acciones protagonizadas por la propia alcaldesa), lo normal es que el PP local esté pasando por uno de los peores momentos de su historia, al no llegar siquiera a superar el 20 por ciento de votos emitido por los villalbinos en las elecciones generales del último domingo del pasado mes de abril. Y si a estas desoladoras cifras unimos el desgaste generado por el enfrentamiento habido recientemente, entre la aún alcaldesa y la concejala y exteniente de alcalde, María del Mar Gil Matesanz, por el escabroso asunto de la compra de más de un millar de contenedores de basura, cuya utilización resulta sumamente incomoda, tanto para sus usuarios a la hora de verter en ellos las bolsas de basura, como su vaciado en los camiones, compra que además de los millones pagados supone para las arcas municipales un desembolso ‘extra’ de 50.000 euros mensuales, en concepto del alquiler de camiones compatibles para su descarga, provocó la negativa de Gil Matesanz a dar su visto bueno a la factura correspondiente a una compra que para mayor ‘dolo’, a decir de la propia Gil, fue realizada personalmente por la alcaldesa.
Y ya metidos en las famosas ‘marioladas’, no nos queda más remedio que citar las protagonizadas en el apartado de obras municipales, como ejemplo ahí están ‘muertos de risa, proyectos como el de la remodelación del Pabellón ‘Quique Blas’, adjudicado a ‘bombo y platillo’ al Colegio de Arquitectos de Madrid hace más de un año y que sigue sin consumarse; o el de la Plaza de Los Belgas, un proyecto (secretísimo), cuyas obras está previsto que comiencen después de las elecciones municipales. De esta obra la oposición ya ha anunciado que perjudicará los intereses de los propios comerciantes de la zona al reducir sensiblemente el número de puestos del mercadillo, una cita ya tradicional que se celebra en nuestra ciudad desde hace muchos años, los martes y viernes de cada semana. ¿Y qué me dicen de las obras de mejora anunciadas por la aún alcaldesa, en el barrio de El Gorronal, proyecto que fue refrendado también por Ciudadanos y que después de casi dos años, sigue en ‘lista de espera?’.
Otro tanto sucede con la cubierta de la piscina que lleva cerrada desde marzo de 2017, o con el del agujero existente desde hace años en la valla del Colegio ‘El Enebral’ por el cual, en varias ocasiones, se han escapado niños con serio riesgo para su integridad física, La guinda a este pastel, lo pone hoy el deprimente espectáculo ofrecido por nuestro Ayuntamiento con motivo de la presentación oficial de los tan ‘cacareados drones’, cayéndose el día de su presentación ante los medios afines a la regidora local, que no sabía dónde meterse; aparatos que fueron adquiridos por nuestro consistorio, con el objetivo de recaudar fondos para las arcas municipales vía sanciones, mal aparcamiento de vehículos, por infracciones de tráfico, por no pagar el impuesto municipal etc, etc, y cuyo coste de mantenimiento aún se desconoce, aunque para el control y manejo de estos aparatos voladores ya han sido destinados, dos o tres miembros de la Policía Local, lo que de entrada va a suponer una reducción más de la ya de por sí insuficiente plantilla de efectivos policiales, en las calles de Collado Villalba.
No creo, concluye Lobo Cojo, que nuestra actual alcaldesa pase a formar parte de la historia de los buenos regidores que ha tenido nuestro ayuntamiento por su buen quehacer político, sino por todo lo contrario, es decir por sus ‘marioladas’ y su obsesiva gestión de amortizar cuánto antes la deuda heredada de su antecesor, JP. Pero también por su sueldo, cerca de 70.000 euros anuales, una cifra nada despreciable en un municipio donde el número de parados es cada día más preocupante, y donde los servicios sociales se ven cada día más desbordados por la situación de precariedad económica y social por la que atraviesan muchas de esas familias, sin que los responsables municipales hagan nada por remediarlo”.