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PSOE, Podemos, Ciudadanos… y el ‘tren de la pasta’

Leopoldo Bernabéu

domingo 25 de marzo de 2018, 21:53h

Conforme uno va observando el devenir de los acontecimientos de este país todavía llamado España, se hace más palpable la sensación de haber amortizado hace ya tiempo la ilusión que pudieran haber generado esos dos partidos políticos (Podemos y Ciudadanos) que llegaron para regenerar la política en España. Por el contrario, nos recorre el cuerpo un cosquilleo que pone los pelos de punta, al verificar el pavor que van dando cada día con más claridad. La condición es clara y la receta sencilla, dedicarse a leer libros y no análisis periodísticos de uno y otro lado.

Dejando a un lado la clamorosa decadencia que la gente de Podemos se autoimpone a sí mismo para convertirse en la guadaña de los españoles, la situación de Ciudadanos nos queda muy a atrás. Es oro tipo de decadencia, muchos más clásica, exenta del insulto y la pedrada, pero más peligrosa en el fondo que en la forma. No tardaremos mucho en señalar a Puigdemongt, afortunadamente detenido ayer en Alemania, como el verdadero culpable de los males de España, pero no por lo que ha hecho en Cataluña, que también, sino porque gracias a ello, indirectamente y muy su pesar, ha aupado a los altares las encuestas de a un grupo de políticos que cambian más de opinión que cualquiera de nosotros de calzoncillos. Pero así somos la mayoría de los españoles.

En una sola tarde recopilo la imagen de Inés Arrimadas vestida de no sé cuántas marcas para la portada de la revista Vogue; a su jefe de filas Albert Rivera haciendo una pirueta de Premio Nobel en el Congreso de los Diputados para justificar su vuelta de tuerca, y a todos los naranjas a la vez uniendo los votos con los chicos de Pablo Iglesias y Pedro Sánchez cuando el dinero trata el tema. Ustedes saben también todo esto que yo les cuento, otra cosa bien distinta es que no lo quieran ver y que se viva más feliz en el mundo de Yupi
Inés Arrimadas, una mujer cuyo único logro hasta el momento no ha sido otro que el de enarbolar con gallardía la defensa de la unidad de España en una autonomía donde se estaba poniendo en cuestión, esté hoy rentabilizando como nadie ese mensaje que en nada ha cambiado la situación en Cataluña, pero que ha servido para aupar a los altares a todo su partido pasando en dos meses de tener una intención de voto del 13 al 26 por ciento. Hoy, esa mujer que no se ha atrevido a presentar su candidatura para gobernar la Comunidad dónde ganó las elecciones, es foco de atención mediática más que nadie en este país. Así somos los españoles. Subimos y bajamos a nuestros héroes a una velocidad que da vértigo.

Albert Rivera, un chico fotogénico y resultón, con el record mundial de toca cuellos y de mangas de camisa, se subió hace unos días al ‘pulpito’ del Congreso para darnos a todos una lección de lo que había que hacer con la Prisión Permanente Revisable, cuando fueron los votos de sus diputados los que metieron esa ley en el lío en el que se encuentra, absteniéndose cuando el PSOE presentó un recurso para derogarla Pirueta circense que en el país de la desmemoria sube puntos cuando en justa lógica debiera desterrar al peligroso político que actúa de esa manera.

Y para cerrar el trío de sinsentidos que lamentablemente sigue sumando puntos en este país, los chicos de Albert Ribera, que han sido incapaces d apoyar una sola actuación con sentido común en los casi dos años que llevamos de legislatura, no tienen el más mínimo empaque de situarse en el ‘tren de la pasta’ y apoyar junto a socialistas y podemistas que la Constitución blinda la financiación de los partidos. Cuando se trata del dinero para la casa de uno, todos amigos.

Esto es lo que hemos querido los españoles. No creo que nadie esté en contra de que los partidos políticos tengan una justa y transparente financiación al objeto de que se cierren las tentaciones corruptas. Es más, ni siquiera han entrado nunca en la clásica demagogia sobre los sueldos de los políticos, que en muchos casos son considerados demasiado bajos para la responsabilidad que conllevan, pero de ahí, a que tres partidos políticos que fueron incapaces hace ahora dos años de ponerse de acuerdo para gobernar este país, abocándolo a unas nuevas elecciones, no tengan ahora la más mínima duda para ponerse de acuerdo en que su financiación interna se blinde a costa de nuestros impuestos, me parece sinceramente surrealista.

Pero tal como se lo vengo diciendo en casi todas mis opiniones, aquí los culpables somos todos. Los españoles somos muy dados a resolver todos los problemas sentados en el sillón de casa o hincando el codo en la barra del bar, pero huimos como gacelas despavoridas cuando alguno nos propone que participemos de un proyecto político que intente cambiar la vedad y toda esta casta de vividores y provechados del sistema. Centro de catorce meses, vuelvan ustedes a votarles.



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