La idea de que, en el fondo, cada uno ve lo que quiere ver me parece una realidad comprobable empíricamente, El problema se presenta cuando quien mira es un periodista (o un medio); en este caso se le pide, el esfuerzo profesional para que vea que hay, no lo que quiere ver. Algo parecido le ocurre con un médico: su profesión es ver los síntomas que presenta el enfermo, no los que le gustaría que hubiera. Por desgracia, cada vez más, se suceden los casos en los que al periodista (o el medio), también le podría ocurrir al médico, de no ser capaces de ver lo que hay, o que simplemente giran la cabeza hacia otro lado.
A los políticos cada vez les resulta más difícil entender que el compartir amistad o un mismo espacio ideológico, no es óbice para que el periodista esté obligado a plegarse a las directrices del político de turno. Pero como en todo pronunciamiento periodístico no acorde con la manera de pensar de quien ostenta el poder, se producen daños colaterales que te suelen pasar factura, este generalmente suele venir de los que uno supone que pueden ser amigos, gente con la que has compartido vivencias e ideología, gente a la que has entregado años de ayuda desinteresada y a la que el apego a un sillón, que temen perder, les hace posicionarse en tu contra al efecto de defender un privilegiado status. Esto es lo que hace el bueno del mal político. Para desgracia de este país son pocos los cargos públicos que practican con el ejemplo. La mayoría, una vez que acarician el poder anteponen su status a los intereses generales que prometieron defender. Un buen ejemplo que debieran dar antes de ‘mitinarnos’ y convencernos para que les votemos es bajarse el sueldo a la mitad o no cobrar más que un maestro, un médico, o no cobren diez veces más que un obrero.
Actualmente la profesión de periodista es una lucha constante que empieza cuando quieres tener un hueco en un medio para escribir en la medida de lo posible lo que uno pretende trasmitir, obviando los intereses de aquellos que intentan marcarte la pauta. La conquista de cada pedacito de nuestra independencia, exige una batalla. Pero alcanzar la independencia es tan difícil en los tiempos que corren, cómo alcanzar la verdad.