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OPINIÓN - Artículo de Enrique Garza Grau*

Federico Quillet vuelve a expoliar el Monasterio de El Escorial

domingo 26 de julio de 2015, 15:11h
Una nota informativa fría y llena de ambigüedades emitida por el Departamento de Prensa del Patrimonio Nacional fechada el 17 de julio de 2015, anuncia el siguiente desmán: «Se han cerrado los museos de pintura y arquitectura del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial... con el fin de potenciar los núcleos fundamentales del edificio vinculados a Felipe II».
Cuenta el P. Quevedo en su magnifica obra 'Historia del Escorial' que en 1807 un viajero francés, muy conocedor de las bellas artes, de naturaleza hipócrita, embustero y manipulador, mediante la publicación de un folleto que titulaba 'Napoleón sin máscara', consiguió embaucar a algunos monjes que le exhibieron las riquezas del Monasterio. Un año después, el 21 de marzo de 1808, llegaron las tropas francesas a El Escorial tras tomar las plazas de mayor importancia estratégica de España. El general Borbou dio orden de que se ocupase el seminario y alojaron allí sus tropas. El 20 de agosto de 1809, diez días después de la festividad de San Lorenzo, el gobernador Galván mandó reunir a los monjes en las Salas Capitulares, quienes acudieron con la lógica sensación de que no se encontrarían con noticias de su agrado. Tomó un documento entre sus manos enérgicas de administrador sin escrúpulos y procedió a leer en voz alta la Orden que les obligaba a entregar en el acto las llaves de todas las oficinas, exigía que se quitasen el hábito y ordenaba su salida inmediata del Monasterio. El mismo año regresó al Monasterio Federico Quilllet, al amparo de una Orden Real que permitía trasladar a Madrid todos los efectos preciosos que contenía El Escorial -pinturas del altar mayor; iglesia; sacristía; incluso, intentó llevarse los entierros reales-. El pérfido francés hizo trasladar algunas pinturas a hombros hasta Madrid por mandato expreso de José I, quien le nombró conservador del museo que pretendía fundar en la capital con parte del tesoro saqueado. Traigo a modo de curiosidad este detalle: una de las piezas más queridas por Felipe II, el Cristo de Benvenuto Cellini, fue mutilado por el salvaje Quillet, para poder acomodarlo en un cajón; afortunadamente se quedó en portería puesto que ningún carro se atrevió a cargarlo. En 1812 se recuperaron parte de las obras de El Escorial, gracias a la fortuna, puesto que Quillet no había salido de Madrid y pudo recuperarse el tabernáculo desarmado, muchas obras de arte y la biblioteca entera; no obstante, se perdieron más de 200 originales.

Los motivos que Alejandro Magno, Napoleón y Hitler tuvieron para expoliar en sus campañas a los países vencidos fueron de doble índole. El primer motivo fue
estratégico: trataron de evitar que el pueblo, a través del conocimiento de su historia y cultura, resurgiera de sus raíces y de este modo poder implementar la cultura del vencedor al vencido; el segundo motivo se ensambla en razones sociológicas, antropológicas o históricas. En el año 2014 se estrenó la película dirigida y protagonizada por George Clooney de título 'Monuments Men'. en la que me gustaría destacar una escena magistral que aborda este asunto a la perfección: el film narra una misión especial que consistía en recuperar las obras de arte expoliadas por los nazis durante su huida en tromba hacia Alemania al final de la II Guerra Mundial. Se puede resumir el núcleo de la película con la siguiente frase extraída de una escena magistral: «Pueden exterminar a toda una generación, arrasar sus casas, y aún así el pueblo se repondría. Pero si destruyen su historia, si destruyen sus logros, es como si nunca hubiera existido».

Dicho esto, entiendo que es momento de movilizar a esta aletargada, cabizbaja y aturdida sociedad española que se encuentra en caída libre, para que haga recapacitar al Consejo de Administración del Patrimonio Nacional, con la finalidad de cumpla su verdadero cometido: proteger los bienes de la Corona conforme a la Ley 22/1982, de 16 de Junio del Patrimonio Nacional. La Casa Real debe valorar lo hecho por el Patrimonio Nacional y actuar, para que éste cumpla y haga cumplir precisamente su función fundamental; apoyar al Jefe del Estado en la conservación de los bienes de la máxima institución de Estado que dan sentido a la historia de España; para ello, el Rey ha de paralizar de inmediato el Plan de Actuación 2013-2016, que resulta un disparate, suicida, similar al urdido por José Bonaparte y Quillet.

Justifica el Plan la creación del Museo de Colecciones Reales con la siguiente perla: «Dar coherencia al discurso histórico artístico de las obras de arte». Es decir, que lo coherente es borrar de un plumazo todos los reinados de España desde Felipe II hasta el actual, sacando el lenguaje artístico de aquellos palacios y salas donde vivieron los reyes y su entorno familiar, cultural, social y político. No sabemos qué Quillet ha engañado a la Casa Real, pero debemos tener muy presente que borrar de la memoria cinco siglos de monarquía, cuestión formal y secular del pueblo español, significa abrir los estuarios de la república. En síntesis, el enemigo en casa.

No es momento de entrar en el detalle de lo que significa cada obra para el Monasterio de El Escorial, puesto que la importancia es de tal magnitud que llenaríamos bibliotecas enteras hablando de las distintas piezas, aunque sin duda, lo haremos si es menester. Ahora bien, debo dejar constancia de que separar de un palacio lo óntico de lo ontológico, la arquitectura y el diseño, rompe el espíritu del edificio y lo trasforma en algo primario y sórdido. Destruir la armonía entre pintura y arquitectura no es otra cosa que deshacer la historia de España como lo intentó Napoleón y lo hacen, día a día, los nacionalismos emergentes y los yihadistas. Del Plan se sabe poco y mucho, tan solo que la voladura cultural de España, según el trazado de los nuevos Quillet, consiste en expoliar a favor del museo que no consiguió construir Pepe Botella en Madrid: 86 pinturas, 46 tapices, 4 carruajes, 16 textiles, 118 porcelanas, 486 libros y documentos, y 180 relojes.

Es un momento de responsabilidad histórica y de sentido común político, el Patrimonio Nacional debe paralizar de inmediato el siniestro Plan de Actuación 2013-2016 en lo relativo al Museo de Colecciones Reales, valorar y auditar los costes económicos, políticos, jurídicos y culturales de este proyecto. Y devolver a la Corona su dignidad histórica, reforzando el fin para el que fue creado el Patrimonio Nacional, es decir, proteger los bienes que proceden del legado de la institución. Esto no solo significa mucho para un pueblo como San Lorenzo de El Escorial, que conoce estas cuestiones a la perfección porque las siente, las lleva en su ADN, sino porque nosotros sabemos que es esencial para la historia de España. ¡Ya está bien de mezquindad! Inviértase en mejorar el Monasterio y no en su demolición.
  • Abogado - Postgrado en Humanidades y Ciencias Sociales.
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