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Pactos de gobernabilidad

E. Santín

jueves 02 de julio de 2015, 22:17h
Cuando concurren a una campaña electoral varios partidos políticos es evidente que se amplía la oferta política y, paralelamente, se redoblan los esfuerzos para conseguir los votos y ganar la confianza de los electores. Admitido lo anterior, es innegable que la ampliación del espectro político, por el rechazo del bipartidismo y a las mayorías absolutas, trae como contrapartida que la lucha por el poder no sólo se produzca para alcanzarlo, sino que se traslade a la distribución o reparto de las competencias y atribuciones entre miembros de los nuevos gobiernos municipales y autonómicos.
Deben recordarse las rivalidades y pugnas observadas dentro de un mismo partido gobernante para ocupar sus miembros determinadas áreas de poder, concejalías o consejerías, tales como las de Urbanismo, Hacienda o Educación, para convencernos de que esas pretensiones se ven agravadas cuando los protagonistas son representantes de distintos partidos integrados en un mismo gobierno. Esa realidad nos confirma la idea de que al “pacto de gobierno” entre los distintos partidos, tiene necesariamente que producirse el “pacto de gobernabilidad” para conseguir la debida cohesión interna del equipo gobernante y asegurar su estabilidad y permanencia. Sería insensato no reconocer que, por mucho pacto de gobierno que se alcance, renuncien los partidos que lo integran a reivindicar algunos de sus principios y prioridades.

Todos los autores coinciden en que la aspiración al poder es el elemento distintivo de la política, pero también reconocen que el poder se tiene “en la medida en que se es obedecido”. Estas reflexiones deben servir de alerta a los políticos para que no se rindan a los cantos de sirena y sean conscientes de que en las alianzas, si no se respetan entre los aliados las reglas del juego, termina por imponerse la facción más poderosa sobre las demás. De ahí la necesidad de que todas las partes asuman, sin reserva mental alguna, la máxima lealtad a los compromisos adquiridos, pues de lo contrario las alianzas serán débiles y frágiles, pudiendo romperse fácilmente. La experiencia dice que es más fácil la unión para alcanzar el poder que mantenerse unidos para conservarlo y ejercerlo. Maquiavelo dijo: “Preservar el poder es la meta diaria del político”, y que si difícil es llegar a la cima, más complicado es mantenerse en ella.
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