Cuando gobernaba el PSOE en San Lorenzo, el Partido Popular tenía un despacho en la primera planta desde donde podía realizar la oposición, y una vez que estos accedieron al poder gracias al lema de Ansón (“paro, despilfarro, corrupción”), lo primero que hicieron fue habilitar los antiguos calabozos y mandar al sótano a todos los partidos. En repetidas ocasiones se solicitó un cambio de ubicación para dar relevancia a la representación, así que, en pura correspondencia, el PP debería ocupar los habitáculos que ellos diseñaron. En el fondo, lo que se votó el día 13 no fue ni más ni menos que lo siguiente: ¡Al sótano!
La alianza en torno a Vecinos se configuró más o menos de la siguiente manera: apoyo inmediato del exconcejal del PSOE, apoyo rápido de En Común, firma de requisitos con Sí Se Puede, hasta llegar al “Pacto de La Chistera”. Para completar, faltaba el apoyo del PSOE, que en buena lógica debería haber sido el motor del cambio, y que no lo fue, además de por los resultados, por algunas de las cuestiones que planteaba el profesor Cotarelo en un famoso artículo titulado “El odio al PSOE”. En la Asamblea decisoria, y ante la disyuntiva de que votarse a sí mismo daría la Alcaldía al PP, yo mismo hice una propuesta para buscar la equidistancia con un partido que en su declaración de principios se declara “sin ideología”, y que consistía en algo parecido a lo que ha hecho la CUP en Barcelona; es decir, que sólo recibiera un voto del partido, el necesario e imprescindible para proclamar alcaldesa a Blanca Juárez.
Al anunciar la película que el colectivo proyectó el pasado viernes en homenaje a Fassbinder, que hubiera cumplido 70 años, solicitábamos opinión sobre lo que tenía que hacer el PSOE, una vez que la nueva alcaldesa conozca mejor a sus pretendientes, y estos dispongan de unos días para cortejarla. La pregunta es obvia: ¿Debe el PSOE participar en el gobierno? Al contestarnos, un amigo nos recomienda el libro de Josep M.Reniu “Pactar para gobernar”. Si la decisión es entrar en el gobierno, lo que importa es dar estabilidad, ser leales con el mismo, agotar la legislatura y que se visualicen claramente las políticas socialistas. Una decisión que debe llevar en todo caso a responsabilizarse de la Primera Tenencia de Alcaldía y gestionar las áreas de Cultura y Educación. Cultura para cambiar la vida de la gente, cultura para la libertad de análisis y de reflexión, cultura viva, cultura para las nuevas dinámicas sociales, cultura para el teatro, cultura para la música, para el cine, cultura como una necesidad cotidiana y no para los fines de semana. Educación para que en los colegios no haya desigualdad, para promover la laicidad, para dar a la comunidad educativa protagonismo, para ayudar en las becas de comedor, para tener nuestros espacios educativos con todas las garantías de comodidad… y la Primera Tenencia de Alcaldía para que se visualice claramente que el PSOE es el segundo partido más votado.
Si la decisión es no entrar, habría que aportar la experiencia en las comisiones informativas, y aportar también propuestas permanentes para que sean aprobadas en los plenos. Pongamos un solo ejemplo: la cuestión del cine Variedades. El PSOE puede recuperar la moción que presentó al Partido Popular para que ahora se apruebe, o gestionar desde una concejalía su propuesta tratando de que la hagan suya todos los partidos integrantes en el gobierno. Hay que valorar lo que quieren nuestros votantes, y para ello la Ejecutiva debería tener una respuesta para someterla a una Asamblea urgente, claro que esta Ejecutiva ya tenía que haber dimitido, además de por los resultados obtenidos, porque la gestora de Madrid previsiblemente va a durar hasta el año que viene. Hay que dar estabilidad, también en el partido, para estos años que nos esperan.
- Militante socialista y miembro del Colectivo Rousseau (San Lorenzo de El Escorial)