Sebastián Castella y López Simón abren la puerta grande de Las Ventas
lunes 01 de junio de 2015, 11:34h
Sebastián Castella y Alberto López Simón han sido los nombres propios de la tercera semana de la Feria de San Isidro. Ambos toreros, de conceptos distintos, han logrado descerrajar la puerta grande de Las Ventas y alcanzar un sonoro triunfo con dos orejas cada uno. Este serial de 2015 está resultando muy exitoso y casi todas las tardes están pasando cosas, cortándose orejas y embistiendo un buen número de toros. Destacar a Lenguadito, con el hierro de El Torero, y a Jabatillo de Alcurrucén. San Isidro continúa siendo el gran escaparate y estos triunfos hacen que se ponga en valor el toreo.
También han cortado orejas José María Manzanares, otra más Castella y el novillero Francisco José Espada, que tocó con la yema de los dedos la puerta grande. En el capítulo negativo hay que lamentar la tremenda voltereta del novillero Martín Escudero cuando muleteaba a su primer oponente este lunes. El de Galapagar quedó inédito, pero mostró su disposición y valor. Tras haber estado en observación en el hospital, ya ha sido dado de alta.
Con tres orejas cortadas, Castella se postula como el triunfador de este San Isidro. El miércoles cuajó una gran faena a un toro muy bravo y con mucha profundidad de Alcurrucén, de nombre Jabatillo, que fue premiado con la vuelta al ruedo en una decisión controvertida del presidente. El toro había salido suelto del caballo y el público no lo había pedido cuando asomó el pañuelo azul por el tapiz del palco. Si este animal se merecía la vuelta al ruedo, también se debió hacer lo propio con otro ejemplar de El Torero y con el encastado Agitador, lidiado en los primeros días del serial. De todas formas, no hay que restarle méritos a este alcurrucén, que embistió de categoría y ante el que el torero francés realizó una gran obra. Muy despacio y con majestuoso temple llevó a cabo una faena sensacional, destacando su toreo sobre la mano izquierda. La estocada cayó baja, pero se le otorgaron las dos orejas, la segunda no exenta de polémica. El resto de los toros de la Familia Lozano mansearon y no embistieron en la corrida del pasado miércoles. El Juli dejó detalles con la capa y las manos muy bajas.
Castella ya había cortado un trofeo el pasado jueves en la corrida de Núñez del Cuvillo. No fue con ninguno de los toros del hierro titular, sino con un sobrero de El Torero, que embistió con una clase infinita que tuvo ritmo y profundidad. El francés realizó una labor con mucha suavidad y toreó francamente despacio sobre ambas manos, en una nueva versión de la Tauromaquia de este torero. Un pinchazo previo a una estocada hizo que todo quedase en un trofeo.
López Simón, la revelación
La gran revelación, que no sorpresa, ha sido López Simón. El madrileño, que había salido a hombros el 2 de mayo, lo volvió a conseguir el pasado domingo, pero esta vez sí pudo hacerlo, ya que aquella tarde resultó corneado. Consiguió arrancar una oreja a cada uno de sus toros de Las Ramblas. Demostró su gran concepto y el tremendo valor que atesora. En su segundo oponente se jugó literalmente la vida, demostrando ser un torero de grandes condiciones al que le tienen que abrir las puertas. Aplomo, seguridad y un concepto templado y de gusto fueron las armas del torero de Barajas.
José María Manzanares cortó un trofeo del toro que dio mejores opciones con el hierro de El Pilar. Fue una oreja muy cuestionada por parte de un sector de la plaza, pero hubo pasajes de bella composición y torería. La gran estocada con la que tumbó al toro fue determinante para la concesión del premio. El resto de la corrida no ofreció demasiadas posibilidades de lucimiento.
En cuanto a la novillada de El Montecillo, jugada este lunes, hay que destacar a Francisco José Espada, que se quedó con los seis utreros tras los percances de Martín Escudero y Joaquín Galdós. Logró cortar el trofeo al mejor novillo del hierro titular, mostrando ganas y mucha decisión. Lo remató bien con el acero. También estuvo cerca de conseguir premio con un remiendo de Dolores Rufino, en una labor de mucha firmeza y aplomo. Dio una vuelta al ruedo.