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Los genes de los políticos

J.Aguilar

viernes 14 de noviembre de 2014, 01:33h
Ha dicho el apasionado portavoz de IU en el Parlamento de Andalucía, José A. Castro, que “cualquier pacto de lucha contra la corrupción que firmen PP y PSOE tiene menos crédito que... en fin, iba a decir una burrada y me voy a callar (...). Esos partidos llevan la corrupción en su ADN”. No hacía falta que se callara, la burrada ya la había dicho. ¿Qué es eso de que hay partidos que llevan la corrupción en el ADN? ¿Qué tendrá que ver la genética con la política? ¿Y los cromosomas con la magnesia?
Un partido está integrado por hombres y mujeres y habita en la condición humana la posibilidad de corromperse, o no. Todos los que se dedican a la política, al igual que los que ejercen cualquier otro oficio o vacación, son corruptibles. Lo mismo da que sean de izquierdas, de derechas o mediopensionistas. Los genes de cada cual no tienen nada que ver con eso. Es más bien cosa de valores, circunstancias y oportunidades. Precisamente el pensamiento marxista del que Castro será deudor tiende a explicar la conducta de la persona más en función de su contexto social que de su ideología. Si lo que ha querido expresar el portavoz de IU en forma de boutade, o de bobada, es que los colectivos políticos (PP y PSOE) llevan inscrito en su código genético la pulsión de corromperse, todavía lo empeora más. Ningún partido nace con la denominación de origen de la podredumbre. Ningún partido surge con el objetivo de robar ni utilizar ilícitamente el poder al que aspiran, eso sí, desde que se constituyen. Son los individuos que militan en los partidos los susceptibles de caer en la putrefacción. Los de todos los partidos. Si hay diferencias entre ellos no se encuentran en sus supuestos genes colectivos, sino en el distinto talante que manifiestan ante los corruptos que, inevitablemente, aparecen en sus filas. Casi todos son permisivos -e intransigentes con los corruptos ajenos-, pero a veces las circunstancias les obligan a depurar a sus miembros deshonestados. Esto es lo que está pasando ahora en España. Y no podría pasar si la pudrición de los partidos tuviera su origen en sus respectivos ADN. A todo esto, y para terminar, cabe preguntarle a Castro: ¿Qué hace IU compartiendo Gobierno en la Junta de Andalucía con un partido (PSOE) que “lleva la corrupción” en su ADN?
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