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Juan Mora borda el toreo y López Simón se reivindica

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
La feria de Las Rozas como uno de los ciclos más importantes de la temporada en la Comunidad de Madrid. El trabajo bien hecho da resultados y cuando se pone coherencia las cosas acaban saliendo. Han sido dos corridas de toros de palos muy diferentes, pero la gente ha disfrutado y ha salido toreando de su coqueto coso multiusos gracias a lo que se ha visto en su ruedo.

La actuación del maestro Juan Mora del miércoles 1 de octubre fue memorable. Una catarsis colectiva. Su faena fue un prodigio, con una torería difícil de explicar. Tres de los cuatro toros de El Pilar resultaron bravos, profundos y de soberana importancia. El quinto y el sexto fueron premiados con la vuelta al ruedo, este último tras fuerte petición de indulto.

Juan Mora cortó dos orejas a su primero y pudo sumar los máximos trofeos al quinto de no haber marrado con el acero. Lo de menos son las orejas. Su tarde es ya para la historia. Toreó con el capote con una naturalidad aplastante, con la muñeca muerta y tan despacio que paró el tiempo. Ante el quinto hubo belleza, armonía, sentimiento. La plaza era un clamor. Los remates, carteles de toros. Tampoco olvidemos la labor ante su bravo primero. Emoción y despaciosidad. Una de las tardes más relevantes de esta temporada.

Después, Daniel Luque tampoco se quedó atrás. La faena al extraordinario sexto de El Pilar tuvo momentos brillantes y de mucho gusto. Mereció más de una oreja. Acompañó en la salida a hombros el rejoneador Sergio Galán, que cortó un trofeo a sendos novillos de El Canario tras mostrar buena monta y mucha pureza en las suertes.

El martes 30 se lidió un corridón con el hierro de Montealto, que tuvo cuajo, cara y presencia de una plaza de primera. Astifino y con importancia.

El público salió feliz de asistir a una corrida así y de ver un torero al que hay que dar oportunidades. Nos referimos a López Simón, que cortó tres orejas y dejó en Las Rozas la sensación de que estamos ante un diestro a seguir. Desorejó a un toro muy serio de Montealto, al que toreó muy en corto, pasándose los pitones por los muslos una vez tras otra. También exhibió temple y cabeza. La estocada en la yema fue el broche ideal. Antes había arrancado otro trofeo por una faena de similares parámetros.

Manuel Escribano se llevó el mejor lote. Le arrancó una oreja a su primero a base de exponer. Luego sumó una más del quinto, el más claro y bueno del encierro de Montealto.

Lamentar el percance de Eugenio de Mora cuando trataba de meter en la muleta al cuarto. Le prendió en el muslo y le causó una cornada de 20 centímetros que afectó al abductor y a las venas colaterales de la femoral.
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