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Ana Mª de Agüero

Nació hace 69 años en Santiago de Cuba. Interpreta, escribe y dirige teatro. El 3 de diciembre se subirá al escenario del Centro Cultural de Alpedrete.
Nació hace 69 años en Santiago de Cuba. Interpreta, escribe y dirige teatro. El 3 de diciembre se subirá al escenario del Centro Cultural de Alpedrete.

“Me siento parte de Alpedrete, una vecina más”

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Con más de 43 años sobre los escenarios, la actriz cubana Ana María de Agüero es toda una institución en su país. Cercana a los 70, rebosa vitalidad y se muestra entusiasta con el pasado y esperanzadora con el futuro. Hace dos años que abandonó profesionalmente los teatros, aunque no su gran pasión: la interpretación, que la práctica siempre que viene de visita a Alpedrete, localidad en la que viene una de sus dos hijas. En la actualidad, esta actriz, convertida en ama de casa, dirige un taller de teatro infantil en su ciudad natal y está escribiendo una novela.
¿Qué hace que una actriz de tu reconocimiento en Alpedrete?
Regreso a España siempre que puedo. En Alpedrete vive una de mis hijas, que es profesora de teatro en el Centro Cultural, pero además me une un sentimiento mucho más íntimo. En 1999 se inauguró la Casa de la Cultura, y tuve el honor de ser la primera actriz que se subió al escenario. Interpreté un monólogo. A pesar de estar tan lejos de Alpedrete, me siento parte de él, una vecina más. El día 10 regreso a Cuba y ya estoy deseando volver.
¿Por qué el teatro? ¿Soñaba con ser actriz?
Lo entenderás con una anécdota. Con 24 años viajé a La Habana para ver teatro, porque en Santiago no había ninguna sala. Allí asistí a una representación de la gran actriz cubana María de los Ángeles Santa Ana. Este viaje cambió mi vida, comprendí que mi sitio estaba encima de un escenario. Comencé a simultanear mis estudios universitarios con los teatrales. Al poco tiempo se creó Teatro Mella, el primer grupo de teatro profesional de Santiago de Cuba, del que yo formaba parte, y así comencé a desarrollar mi carrera.
¿Qué diferencias encuentras entre el teatro cubano y el español?
El teatro cubano es mucho más vanguardista. Para nosotros la comunicación verbal, el lenguaje de los signos, las metáforas y las imágenes son herramientas que nunca pueden faltar en ninguna representación. Aquí en España el montaje es más tradicional, se innova menos. Nuestro teatro es más comprometido con la realidad, pero sin perder su idiosincrasia. Además, el público de allí es más participativo.
¿Cuál ha sido el logro del que te sientes más orgullosa?
Te podría decir que mis premios, ya que algunos de ellos me han supuesto un importante reconocimiento internacional. Pero lo que más satisfacción me produce es saber que he sido fundadora y promotora del teatro de Santiago de Cuba. Mi trabajo ha convertido a mi ciudad en todo un referente teatral en latinoamérica. He sido una de las fundadoras del Taller Literario José María Heredia, también del Teatro Guiñol… Dejo un legado que me hace sentir muy feliz. Es mi pasión
¿Cuál es el personaje con el que más te has identificado?
Es una pregunta complicada. Todos mis personajes tienen algo mío. En La nana de Antígona y en La sibila de magia roja interpretaba a mujeres jóvenes repletas de sentimientos, de explosiones de vitalidad; de joven yo era así. Pero sin duda, la bibliotecaria protagonista del monólogo El caso de los libros que nadie solicita es el personaje con el que más me he identificado, aunque, a decir verdad, el personaje se identifica conmigo, y no yo con el personaje.
¿Podemos disfrutar de tu interpretación antes de que regreses a Santiago de Cuba?
Sí. El 3 de diciembre me subiré de nuevo al escenario del Centro Cultural de Alpedrete. Pondré en escena El caso de los libros que nadie solicita.
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