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El Parque de las Bombas, en una imagen tomada desde la calle Real (Foto: Alejandro Sánchez) |
Un simple sondeo de un mes en comercios ubicados en los barrios más populares de Collado Villalba Estación sirve para pintar un negro panorama sobre la seguridad ciudadana en la localidad. El goteo incesante de atracos, robos en la calle y los testimonios que sostienen que los delitos se producen con una organización que raya en lo profesional, se contrapone a las cifras oficiales, que hablan, según datos de la Concejalía de Seguridad, de una ciudad por debajo de la media delictiva de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, este semanario ha accedido a un dato que habla de que sólo en 2006 la Guardia Civil de Villalba ha realizado 9.000 atestados, una cifra que está cerca de ser extrapolable, en proporcionalidad a la población, a la que presenta la ciudad más conflictiva de España, Torrevieja, que roza los 100.000 habitantes censados -el cuádruple en verano-y presenta algo más de 16.000 actuaciones de la Benemérita. La falta de denuncias y el paso de los delitos directamente de la ejecución al juzgado, están detrás de las diversas interpretaciones de unas cifras desvirtuadas, a tenor de nuestro sondeo.
Atracos y reyertas
Las zonas cercanas al ferrocarril, con centro neurálgico en la plaza de la Estación, y al río Guadarrama, se llevan la palma en atracos y tráfico de drogas. “Allí, en la marquesina, se pone uno que controla toda la calle Real, otro allí en la plaza y, si ven algo raro, avisan los que están haciendo el robo. Aquí trataron de entrar utilizando un gato y yo salí a la ventana hasta conseguir que se fueran. He probado otras veces a denunciar, pero me tiro muchas horas en el Cuartel y al final no se puede hacer nada con ellos”, cuenta el empleado de un conocido local de la Estación. En esa zona, el último año ha sido desolador: casi todos los principales bares han sufrido robos, incluido uno que trabaja en las calles traseras a la sede de la Policía. Hace unos dos años, tuvo repercusión un atraco a mano armada en una conocida relojería que se saldó con heridas graves en uno de sus empleados. Hay miedo a las represalias y se evita autorizar al redactor a la publicación de nombres y datos concretos. El modus operandi de grupos organizados afecta también a los robos a pie de calle. “La zona del parque de las Bombas está barrida de noche por vigías apostados en el puente sobre el río de la calle Real y en las zonas ajardinadas, a la espera de la víctima que camina sola”, cuenta Juan H. L, un vecino de la zona. A escaso centenar de metros, vecinos de la calle Andalucía hablan de un piso que reparte droga por la noche y en el que ya ha actuado un grupo de Intervención Especial de la Guardia Civil, el equivalente a los GEO de la Policía Nacional. Otros denuncian que los traficantes de droga numeran las jardineras del río para que las entregas no se hagan en mano, de forma evidente. Y en el eje paralelo al río del parque de Romacalderas, la Guardia Civil está interviniendo con periodicidad casi diaria. Los traficantes allí se amparan en la dificultad de acceso de las patrullas a ciertas zonas. Otros grandes focos de conflictividad se sitúan en el Parque de la Coruña, Los Belgas y, sobre todo, El Gorronal. En el popular barrio, el sondeo de este semanario ha dado con cuatro bares que han sufrido al menos dos robos en el último año. Llamativo es lo que sucede en el entorno de Pardo de Santallana, donde el dueño de uno de ellos, A. B, relató tras un robo que “el día anterior vi cómo un individuo examinaba los barrotes de fuera, seguramente para ver qué herramienta traer para el corte. Cuando salí, él se fue. Al día siguiente, ya habían entrado a por la recaudación de las tragaperras”. Otro bar casi anexo, ofrece una versión casi calcada. Además, esas calles separatorias de los barrios El Gorronal y la Estación, presentan en las últimas fechas un largo historial de robos y destrozos en coches, probables con las denuncias presentadas en la Guardia Civil. “Sí, tengo miedo. Sólo pienso en vender el piso y largarme fuera”, sentencia otro vecino de la calle San José. Pese a todo, hay opiniones más optimistas en esa calle, como la de un hostelero que en casi dos años de trabajo no ha sido atracado y señala que “veo mucha vigilancia ahora. Todas las noches pasa una patrulla”. A sólo unos metros, la plaza Primero de Mayo sufrió el robo a uno de sus bares y asistió el 7 de octubre, en el descanso del partido internacional Suecia - España, a una gran pelea saldada con no menos de tres heridos graves, después de que un grupo gaseara con spray antiviolación uno de los locales más populares de la zona. El episodio, recogido entonces por este periódico, confrontó la versión ciudadana con la oficial. Esta última habló de un hecho aislado, sin heridos graves. La primera, recabada a uno de los participantes en la reyerta, habla de otra cosa: “A uno de ellos le abrieron la cabeza con una caja de botellines y se lo llevó la ambulancia en muy mal estado. Volaron piedras y hubo más heridos”, cuenta. Otros testimonios apoyan la versión de que se está avanzando en la materia. La llegada de la Policía de Barrio ha incrementado la vigilancia y Seguridad Ciudadana habla de 40.000 intervenciones de este cuerpo desde su creación. Otra cosa son los relatos extraoficiales del miedo.