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El valor de una nómina

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
El precio del trabajo es la nómina, el sueldo que se recibe cuando se termina el mes y que los trabajadores pueden disfrutar después de haber desarrollado su esfuerzo en beneficio de sus empresa. Esto es así de simple.
No me encontrarán cuando se critique la falta de esfuerzo y de compromiso de los trabajadores con el país y con las empresas con carácter general. Tampoco en del coro de los que disfrazan con la maldita moda de la austeridad la justificación de los incumplimientos de las empresas. Este es un acuerdo entre dos, al menos, el empleador y el empleado. El segundo tiene que cumplir con honestidad con su cometido y el primero, también. No valen excusas, ni para uno ni para otro.

El otro día, en la cola de una caja de supermercado, cuando el mes de marzo ya había entrado, coincidían la cajera y dos clientes. Uno de los clientes es amigo mío y era el que estaba el último de esa caja. El primer cliente sacó su tarjeta para pagar la cuenta de su compra. Antes de parla, advirtió a la cajera que probara la misma por si esta no aceptaba la operación. Sin un punto de vergüenza, pero con varios de descreimiento, este individuo también le dijo a la cajera que no sabía si podía ser posible cargarlo con la tarjeta porque todavía no había cobrado su sueldo correspondiente al mes de febrero. La cajera, como un rayo, respondió que -aunque no podía disculpar la cuenta- no se preocupara (cero en vergüenza). Ella tampoco había cobrado, afirmó. Mi amigo, que esperaba su turno escuchando la conversación, sólo pudo decir la verdad: “Yo tampoco”.

Tres personas en un mismo sitio con las mismas dificultades. Esto desde luego no me parece normal, sobre todo cuando empiezan a llegar noticias de la recuperación económica en nuestro país, cuando -desde todos los ámbitos- se unen más voces para conseguir que los efectos de la salida esperada de la crisis se vea en los bolsillos de la gente, no es de recibo que tres trabajadores estén sometidos a la voluntad de cumplimiento de una obligación, sin saber ni cómo ni cuando, ni muchas veces cuánto, que desde mi punto de vista es el requisito esencial para que las cosas funcionen.

En este país necesitaremos trabajadores comprometidos, esforzados y competitivos. Sin duda. Y hay un nivel de exigencia al que tenemos que alcanzar todos, que busque la excelencia en el trabajo, que comparto y defiendo. Pero al tiempo es imprescindible contar con empresas que devuelvan en salario el nivel de esas exigencias. Eso es crecimiento. Lo otro es enriquecimiento injusto.

Y, lamentablemente, no son tres trabajadores esperando en un supermercado. Hagan la cuenta de los que no tienen siquiera la oportunidad de esperar.
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