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Mortalidad y discapacidad

E. Pozón

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Una de las consecuencias del envejecimiento demográfico de la población, derivado de los avances e innovaciones en las ciencia de la salud y en la mejora de las condiciones de vida, ees una mayor longevidad de los sujetos.
Este hecho -sin duda positivo- a partir de ciertas edades lleva que el número de personas mayores que padece algún tipo de discapacidad se haya visto incrementado notablemente en los últimos años. Como resultado, el envejecimiento de las personas con discapacidad presenta una serie de necesidades adicionales que van a modificar la situación. España sigue su proceso de envejecimiento. Siete millones de personas tienen actualmente más de 65 años. Un millón y medio tiene más de 80. La longevidad se ha incrementado de forma espectacular durante todo el siglo XX. En 1900 la esperanza de vida era de 34,8 años y ahora es de 82,0. Sigue creciendo en mayor medida la proporción de octogenarios que a día de hoy representa el 5,2% de toda la población. Las mujeres españolas tienen una esperanza de vida al nacer de 84,5 años y los varones de 78,9. Es decir, se han venido ganando años a la muerte y esa tendencia continuará. ¿Y cómo se viven esos años? En esas edades es donde más crece la proporción de años vividos con problemas, respecto al total de años por vivir. Estamos cambiando mortalidad por discapacidad. A partir de los 65 años hay 20 años más de esperanza de vida, de los cuales 14,5 son periodo de vida sin problemas (75%) y 5,5 años con problemas (25%). A partir de los 70 hay 16 años más de esperanza de vida, de los cuales 10,8 son periodo de vida sin problemas (69%) y 5,2 años con problemas (31%) Y así, sucesivamente, hasta pasados los 90 la población continua aumentando su esperanza de vida. Es por todo ello, por la preocupación de una calidad de vida más larga, hace que se convierta esta longevidad en una cuestión primordial para el bienestar del individuo, de la familia y de los responsables de las políticas sociales en nuestro país. Ahora lo que importa es cómo se viven estos años ganados a la muerte: la expectativa de vida con buena salud es un indicador cada vez más importante, como lo ha sido y lo es el de la esperanza de vida, que ha ido aumentando en paralelo al descenso de la mortalidad.
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