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Fiestas democráticas y participativas

POR: Iván García Vacas (*)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
El ejercicio de colapso democrático que se ejerce desde algunos ayuntamientos contra parte de los vecinos es realmente una ayuda al descrédito de las instituciones que administran nuestros pueblos.

Los partidos y las administraciones públicas deben estar para fomentar la convivencia, el carácter democrático y el desarrollo normal de la vida de los ciudadanos.
Esto que parece ser una perogrullada, al final deja de serlo cuando la apisonadora política y administrativa pasa por encima de la vida y el descanso de los vecinos, a los que ni siquiera les piden su opinión al respecto, y esto es un ejemplo de intolerancia inaceptable a estas alturas de nuestra historia. Todos entendemos que las fiestas del pueblo son una necesidad cultural, social e histórica de los municipios, y todos entendemos que las fiestas son para el disfrute de los propios vecinos. Pero cuando a estos no se les pregunta siquiera cómo realizarlas, dónde ubicarlas y cuánto dinero se debe gastar en ellas, nos estamos pasando las mínimas normas democráticas y de convivencia por el arco de la mayoría absoluta de turno.

Esto es lo que ha pasado y está pasando en Moralzarzal. A unos vecinos no se les pregunta si les parece bien que se hagan las fiestas a las puertas de sus casas (inmuebles construidos con anterioridad a la propia existencia de las fiestas); tampoco se les dan alternativas e incluso se les obliga a aguantar ruidos insufribles según la legislación vigente no sólo durante un horario bastante largo (hasta altas horas de la madrugada), sino también durante muchos días, a la vez que se repiten fiestas sin tradición alguna en el municipio (como por ejemplo, Olé Moral), sin buscar emplazamientos alternativos (zona del polideportivo, por ejemplo), ni recortar los días de fiesta para evitar gastos superfluos. Para llegar a esta conclusión sólo hay que observar algunos de esos días festivos añadidos entre semana y comprobar la poca asistencia de público a dichas jornadas. ¿Acaso es eso lo que entendemos como buena gestión o como un respeto al descanso de los vecinos?.

Creo que hay otras maneras de entender las fiestas populares, como por ejemplo que sea el propio pueblo el que participe en su propia elaboración, en cómo hacerlas, dónde hacerlas y el presupuesto que debe asignarse a las mismas. Hay que constituir comisiones participadas en las que no sólo deben estar los representantes de los vecinos, sino también, y a ser posible, los propios vecinos, fundamentalmente aquellos que no se sientan afectados directamente por las mismas para así poder lograr acuerdos y cesiones entre todos los implicados. No es de recibo que se considere normal que las fiestas supongan de forma innecesaria una angustia para muchos ciudadanos y aún así se intente normalizar festejo tras festejo.

Y lo que tampoco se puede admitir es que por la errónea ubicación de unas fiestas se termine acusando, vía sentencia judicial, a un Ayuntamiento de mala fe contra sus propios vecinos, como ha ocurrido este año con el Ayuntamiento de Moralzarzal.
(*).- Responsable de MovimientoS Sociales de IU-Moralzarzal
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