Fulgurantes apariciones

Tras el ‘Milagro Alemán’ y el ‘Milagro Sueco’ por fin ha llegado la hora a los países del Cono Sur. Es el momento del ‘Milagro Venezolano’. Hugo Chávez sigue, al parecer, empeñado en no callarse y habla desde el más allá. Bien sea como un pajarillo (supongo que un periquito o una pequeña cotorra); bien apareciendo misteriosamente sobre las montañas de la capital de Venezuela, como hacia la madre de Woody Allen en una película; o revelándose cual ‘Cara de Bélmez’ en una pared del metro de Caracas. Prodigio, como suelen ser esos prodigios, destinado sólo a unos pocos elegidos, pues el rostro del ex presidente ya desapareció de la citada pared. Como vino, se fue. Es lo lógico en una aparición. Si algo no se le puede negar a Hugo Chávez es que siempre fue coherente. Por suerte, un operario del metro tuvo la ocurrencia de hacerle antes una foto con el móvil, lo que ha permitido que Nicolás Maduro, su sucesor al frente de la república bolivariana, pudiera mostrarlo al mundo. Auguro más apariciones similares. Como en Bélmez, donde en su momento llegaron a aparecer en una pared las caras de Franco y la Preysler, entre otros personajes de la época. Por cierto que al fenómeno de ‘las Caras de Belmez’ algún periodista lo llamó entonces con acierto ‘los caras de Belmez’. Estas fulgurantes apariciones de salvadores de la patria se dan siempre en países al borde de la indigencia, no sé por qué. A noruegos, holandeses o suizos no se les aparece nunca nadie. Alguien debería estudiar este aspecto de las apariciones a fondo. Ahí hay gato encerrado. Roguemos en todo caso porque lo de Chávez sea algo puntual y no el principio de una invasión masiva de ectoplasmas.