FÚTBOL / 3ª División: CUC Villalba, 2; Rayo Vallecano B, 1
El Villalba vence al Rayo Vallecano B en un pulso formidable
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Hace unos años, el Real Madrid C jugó en el Municipal de Collado Villalba con los hermanos Callejón de estiletes y Esteban Granero a los mandos. Firmó un magnífico partido, jugando en las estrecheces de un campo de 101x61 metros, combinando en baldosas. Ese partido lo recuerdan los fieles seguidores del CUC Villalba con admiración, pese a la derrota por 0-2.
El paso del tiempo y la evolución ulterior de aquellos futbolistas han dado más belleza al recuerdo de aquel partido, que ayer pareció revivir la visita del Rayo Vallecano B, un equipo igual de agradable para la vista.
Llegaba el filial de la franja a la Sierra como una amenaza, tras desarbolar al Parla y firmar un 1-4 este verano en la Ciudad Deportiva, con un primer tiempo en el que el Villalba fue literalmente acribillado. Y por vez primera, lo hacía con Adrián Embarba, espléndido extremo, un portento en el desborde, habitual del primer equipo, con Paco Jémez alineándole ante el Barcelona. En el otro lado, el villalbino, Miguel Ángel Hernández tejió un equipo despojado de su único centro delantero, Alberto Losa, sin su capitán Manu, obligado por el físico a rotar, sin Javi Hernández, Sergio Plaza…Con Bielza y Astray tocados durante la semana. El temor a otra debacle sobrevolaba el Municipal, y eso que el Villalba venía de hacerse acreedor a la victoria en el campo del Trival Valderas. Pocos contaban, no obstante, con un Villalba capaz primero de responder con esfuerzo y solidaridad y, más tarde, con fútbol.
De inicio, el partido pareció confirmar todos los temores: el Rayo B fijó la presión arriba, a partir de la posición de Blati y Nanclares, sus medios centros, y dispuso tres estiletes arriba de primer nivel: Embarba, escorado a la derecha, y Víctor Manquillo y Rubén Ramiro en el resto del frente ofensivo, los dos hombres que venían de partir al Parla. Con ellos, más los laterales subidos a medio campo, el balón empezó a fluir de lado a lado. Durante largo rato el Villalba fue obligado a recular hasta su área, donde la inserción de Matas entre los centrales y el trabajo de Bielza y Fabio en los costados mantuvo a raya las acometidas visitantes. Fue a duras penas, y en la obligación de no fallar en ninguna ayuda defensiva, tal era la calidad forastera. La estructura resistió y redujo el caudal ofensivo rayista a dos remates lejanos de Christian y algún que otro desborde de Embarba, que libró un bello duelo con Fabio.
Sobre la media hora, el ritmo frenético del Rayo B empezó a bajar, por insostenible en lo físico, pero la amenaza visitante persistía en lo posicional. Con el equilibrio de velocidades, empezó a emerger el Villalba, primero con las recuperaciones de Matas y la distribución de Astray, y luego en las bandas. Fabio avisó con una de sus internadas puras de interior, pero su centro, tras marcharse de dos defensores, no encontró rematador. El Villalba salía al fin a campo contrario y halló premio a la segunda, en una jugada de libro gestada en las botas de Raúl, improvisado y brillante interior derecho. El canterano quebró sobre la banda a Cristian y se sacó un centro de enorme calidad para el letal cabezazo de Marcos Gil, que irrumpió solo en el punto de penalti y cruzó el remate al palo largo, marcando los tiempos. Un bello gol de un delantero bajito, de condiciones propias para la media punta, pero que ya suma dos goles vitales jugando de nueve. El tanto tuvo efectos devastadores en la confianza rayista, algo que explica seguramente por qué el cuadro de Mariano Madrid no está más arriba.
Tras el descanso, el partido se movió por derroteros de equilibrio hasta que Astray, definitivamente crecido, recibió de Alexis Cedillo un magnífico pase al espacio que le dejó habilitado ante el portero. El 10 amarillo se anticipó, regateando hacia el punto de penalti, e Ismael le derribó de forma aparatosa. Era el último, pero el colegiado dejó la roja en amarilla, mientras Nanclares vio la segunda tarjeta por protestar y el Rayo B quedó en inferioridad. Astray, sereno, ajustó el penalti a la derecha y puso el 2-0, un resultado quizá demasiado amplio, pero justo con el despliegue del equipo, agigantado partiendo casi de la nada. Despojado de un pivote, el Rayo B empezó a sufrir a Astray, convertido en lanzador, y Raúl creció en la banda derecha, donde a menudo retrató a sus marcadores y terminó por redondear un partido enorme, para sorpresa de quienes sólo han visto su versión de medio centro. Ya con el mando de la posesión, el Villalba empezó a percutir por los dos lados, con dosis de buen fútbol.
Raúl pudo hacer el tercero y Herranz malogró un remate franco que lamió la red por fuera, con la grada cantando el gol. Se desangraba el Rayo B, sin reacción con los cambios, ni con el tránsito a una defensa de tres, cuando apareció Embarba y encumbró el partido hasta el recuerdo de aquel Real Madrid C: el menudo extremo amortiguó un cambio de juego pegado a la raya derecha, con una extensión de pierna inverosímil. Para asombro del público, salió con el control orientado en diagonal hacia el área, sorteando sobre la marcha a un defensor. Cuando, a la salida del regate, estampó el zurdazo en la escuadra de Bárcena la grada se fundió en un murmullo de admiración. Quizá el gol de la década en Tercera, quizá la obra de alguien que terminará la temporada en Primera División. Un gol para el recuerdo que pudo tener rápida respuesta si el colegiado hubiese sancionado como penalti un clarísimo derribo a Marcos Gil. Lo vio el juez de línea y lo señaló; lo vio también el árbitro y desautorizó a su asistente. Quedaban tres minutos más alargue y creció la tensión, pero nada sucedió. Fue a mayor gloria de un Villalba que creció obligado por un magnífico rival, hasta el punto de ganar un pulso formidable. Salió ovacionado y saludando desde los medios a la gente, todavía medio embrujada por Adrián Embarba, y con el recuerdo de Granero y los Callejón, hasta ahora los últimos en jugar ese fútbol en el estrecho reducto villalbino. A diferencia de entonces, esta vez también jugaron los de casa. . .
CUC VILLALBA: Bárcena; Bielza, Rubén Muñoz, Dorado, Fabio;, Matas, Alexis Cedillo (Adrián, 82); Raúl, Astray (Herranz, 63), Koke (Linares, 89); y Marcos Gil (A)
RAYO VALLECANO “B”: Ismael (A); Robles, Mario, Sergio Parla, Cristian (A), (Saballs, 60); Nanclares (A,A,R,54), Manquillo (A) (Juanito, 76), Blati (Toni Conejo, 57), Embarba; Isi y Rubén
GOLES: 1-0, Marcos Gil (Min.40). 2-0 Astray, de penalti (Min.55). 2-1, Adrián Embarba (Min.84).
ÁRBITRO: Gómez Rodríguez (1).
INCIDENCIAS: Unos 350 espectadores en el Municipal de Collado Villalba, la mejor entrada de la temporada, en tarde otoñal con amenaza de lluvia pero de temperatura agradable. La Guardia Civil, en ausencia de efectivos sanitarios, evacuó a un aficionado del CUC Villalba que sufrió una bajada de tensión en la grada. Tras recuperarse, fue trasladado a un centro sanitario como medida de precaución.