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Por un deporte limpio

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Si no ganas una medalla no eres nadie: “Por eso pensé que esas cosas me podrían venir bien”, confesó en 2010, Paquito Fernández, especialista español en marcha. ‘Esas cosas’ eran sustancias prohibidas en el deporte y que ponen en riesgo la salud del deportista, Y Paquito Fernández, es uno de los cientos de deportistas ‘pillados’ en controles antidopaje o en operaciones policiales contra el dopaje. En España, en los últimos años se han efectuado decenas y decenas de operaciones de este tipo.
El dopaje es uno de los grandes males del deporte que acaba con las ilusiones de muchos seguidores y aficionados. El deporte es el reflejo de una sociedad que cada vez pide más, donde ‘el cuánto más mejor’ es nuestra guía. El deporte se ha convertido en un gran espectáculo y en un gran negocio, que se basa en tener éxito, gloria, más medallas y nuevos récords. Los deportistas están presionados por sus entrenadores, directores deportivos, patrocinadores, periodistas y aficionados. En cada competición queremos que haya mejores marcas, se corre más, se pedalea más deprisa, se marcan más goles, se acumulan más medallas. Y a veces, se olvida que hay que hacerlo limpiamente.

En el mundo del deporte, durante algunos años, el dopaje estaba visto de manera más relajada. Si todo el mundo lo hacía, no podría ser tan malo. Si tu entrenador te ofrecía determinada sustancia, era por el bien del deportista. Y, como dice el refrán, ‘de esos polvos, estos lodos’. El deportista esa cosificado. De ser persona, pasó a ser tratado como un motor de coches al que ajustaban sus piezas para ser más rápido. Los médicos deportivos eran en este aspecto los responsables de que funcionase a la perfección. Sin embargo, en muchas casos aún se desconoce cuáles eran las consecuencias para la salud del deportista. Algo parece haber cambiado. Para el profesor Zabala de la Universidad de Granada, el dopaje está cada vez peor visto, incluso entre la propia comunidad deportiva. Los deportistas más jóvenes son cada vez más críticos con el dopaje y lo rechazan. Quieren volver a los viejos valores, donde el engaño y la mentira no tenían cabida. Las marcas patrocinadoras también se preocupan cada vez más. Un escándalo de doping supone mala imagen y las marcas no están dispuestas a mirar hacia otro lado. Y los aficionados y la sociedad, tampoco quieren un deporte manchado. Así, deportes como el ciclismo, con tantos y tantos escándalos de dopaje, han dejado de tener audiencia en las retransmisiones televisivas.

Pero aún queda mucho por hacer. En las informaciones sobre estos escándalos, da la sensación de que todo el mundo conoce a los deportistas que se dopan o a aquellos que ofrecen las sustancias dopantes. Entonces, ¿por qué no es la propia comunidad deportiva la que señale con el dedo a los tramposos? La ley del silencio impuesta por los que engañan tiene que acabar y es el mundo del deporte quien tiene que empezar a hablar. Tras ellos deben estar los aficionados y una sociedad cansada de ser engañada. Una sociedad que quiere un deporte limpio, real... Disfrutar del espectáculo pero con la garantía de que este no es una farsa.
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