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¿Por qué comerse el ‘coco’?

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Los electores alemanes, llamados a las urnas el domingo próximo, parecen contentos con la gestión de la canciller Angela Merkel y probablemente volverán a darle su respaldo para que siga gobernando, sola o en compañía de otros. Siempre queda, no obstante, el bloque de los indecisos, que se decanta a última hora o que, como sucede en muchos casos, acaba traduciendo sus dudas en abstención.

Dos páginas web se han puesto para socorrer a los indecisos en el trance, según informa el corresponsal de la agencia EFE en Berlín. Lo que aquí ofrecen a los electores que aún no tienen decidido su voto no es que se entretengan en leer y comparar los programas electorales -tediosos de por sí y, en general, embusteros-, sino que simplemente rellenen un cuestionario de dos o tres docenas de preguntas y “nosotros nos encargamos en decirles a quien tiene que votar”. Un programa informático analiza las respuestas del elector dubitativo a las diversas cuestiones planteadas y, con solo apretar el botón donde dice ‘resultados’, ya se tiene la candidatura más afín a sus posiciones.

O sea, que con unos pocos minutos respondiendo a las preguntas desde la comodidad del portátil o del teléfono móvil se zanjan todas las dudas y se decide la papeleta más adecuada a los planeamientos de cada votante. Sobre el euro, sobre la velocidad en las autopistas, sobre la jubilación o sobre el salario mínimo. La más conocida de estas páginas webs ya sirvió a casi siete millones de alemanes para cumplir con el deber cívico de ir a las urnas en las elecciones parlamentarias celebradas hace cuatro años.

Yo todo esto lo veo como un reforzamiento de la irresponsabilidad, la falta de compromiso, la pereza y la comodidad de las sociedades occidentales. Algo así como la comida rápida trasladada a la participación política. Para qué comerse el ‘coco’ estudiando programas electorales y oyendo a unos y otros candidatos si el problema te lo resuelve un ordenador que, con unos cuantos datos que le facilites, deglute y prepara el voto que, al parecer, te conviene a tenor de lo que dices. Es un programa supuestamente para indecisos, pero sobre todo para vagos redomados que demandan soluciones instantáneas y rehúsan implicarse tan mínimamente como requiere el ejercicio de un derecho tan importante como es el voto.

Electores abúlicos que, encima, ni siquiera van a sufrir los ataques de mala conciencia que suelen padecer los electores responsables cuando deciden por sí solos a quién votar y luego, a la vista de lo que hacen los gobernantes que han gozado de su confianza, se arrepienten de su elección: “A mí que me registren, yo voté lo que me dijo la máquina”.
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