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Lo importante no es ganar, sino participar

Wilson Jones (*)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
¿y qué pensábamos? ¿Que la política se mantendría ajena a la toma de esta decisión? Me sorprenden las voces de algunos que tildan de ‘decisión política’ la designación de Tokio como sede de los Juegos Olímpicos de 2020. Y lo dicen como explicación de una injusticia clamorosa, de una trampa perpetrada por una suerte de confabulación del resto del mundo para evitar a toda costa que Madrid se llevase al huerto a esa novia apetecible.
Incluso he visto alguna portada de periódico de tirada nacional en la que, quizás por un ejercicio irresponsable de enfermizo patrioterismo o por una mala manera de aceptar la derrota (algo que casa mal con el espíritu deportivo que dicen emana del olimpismo), se puede leer en grandes titulares que ha habido un ‘tongo olímpico’, sin aportar ni una sola prueba, claro está, de esa acusación. Pero qué más da: si no le dieron los juegos a Madrid es porque los miembros del COI son todos unos corruptos, y además traidores, pues muchos de ellos nos habían prometido días atrás sus votos y luego, a la hora de la verdad, ‘desertaron’, quién sabe si hubo presiones o les llegaron maletas llenas de tajos de billetes desde Alemania, Francia o el mismísimo Japón; y ¡zas!, nos echaron en el primer corte, que ni al polvorín de Estambul pudimos superar. Y así, con una palmadita en los hombros, agradeciéndonos nuestra atención, nos mandaron de vuelta a casa. ¡Vuelva usted mañana!. Y quien dice mañana, dice dentro de cuatro años, con un nuevo proyecto y el 95,5 por ciento de las instalaciones terminadas.

Claro que si hubiéramos ganado a nadie en este país se le habría ocurrido hablar entonces de una decisión política, sino más bien estrictamente deportiva, limpia de presiones, y prueba irrefutable del espíritu olímpico soñado por Pierre de Coubertin. Y quien hubiese osado hablar de influencias o fuerzas oscuras para decidirse por Madrid habría sido atacado de malévolo y difamador. Seguro. Pero el caso es que no, que Madrid no organizará los Juegos en 2020 y entonces, ¡malditos sean los intereses económicos y políticos! ¡malditas sean las oligarquías financieras, la prensa extranjera anglófila y su sucia campaña sobre el affair de Gibraltar, maldita la tasa de paro, el rescate bancario, la debilidad de nuestra economía y la deuda pública galopante! ¡malditos también los alemanes y franceses que se postulan para el año 2024, y entonces habría que romper la norma no escrita de no celebrar dos olimpiadas seguidas en el mismo continente! ¡Malditos seáis todos, que nos vendisteis de antemano la condición de favoritos y al final sólo resulta quincalla! ¡Qué bochorno!
Si lícita y comprensible es la desolación de la representación española y de parte de la ciudadanía de nuestro país por la derrota, no deja de ser inocentona la pretensión de que las dudas de última hora se fuesen a diluir tras una presentación más o menos brillante el último día, o atendiendo a la fluidez o espesura en el uso del inglés de los miembros de cada delegación. Que nadie se engañe, la decisión siempre es política, y políticos son los cargos de muchos de los que viajaron desde España para alojarse varios días en un hotel argentino. Allí donde hay negocio de repercusión mundial internacional siempre habrá una decisión política, debidamente trabajada por poderosos lobbies internacionales. ¿O alguien puede pensar que las almohadas del Hotel Hilton de Buenos Aires sirvieron de musa a los miembros del COI para decantarse por Tokio? No, no cabe aquí la improvisación, y las reglas nos eran conocidas, por eso no queda más que asumir la derrota en lugar de, farisaicamente, hablar de conjuras intencionadas. Ya saben, lo importante no es ganar, sino participar. Este es el lema de las Olimpiadas.
(*).- En ‘La Región de Orense’
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