OPINIÓN
El encierro
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Se está perdiendo el sentido real de lo que debe ser un encierro, que no es otro que el de conducir las reses que han de lidiarse en un espectáculo taurino -de la índole que sea - desde un recinto hasta la plaza. Conviene recordarlo, ya que se está perdiendo esta práctica para utilizar otras fórmulas muy peligrosas que pueden abocar en la desaparición de los festejos taurinos en unos cuantos años y celebrar sólo el populista encierro. Que luego no pille por sorpresa. La tendencia no es nada positiva y se extiende como la pólvora ahora que también se reduce en fuegos artificiales.
Comprar un alto número de novillos feos, soltarlos a la calle un día sí, otro también, para luego hacer una capea popular puede acabar creando confusión. Que un toro acabe soltándose un cuarto de hora en el ruedo y luego muera en la angostura de un oscuro chiquero no representa la grandeza de este espectáculo. Conviene explicar lo que significa un encierro para no caer en vicios peligrosos. Ante la falta de presupuesto para festejos taurinos se viene tirando de populismo, otra vez esa palabra tan manoseada, para contentar a la masa y hacer muchos encierros que animen el cotarro a costa de reducir corridas y novilladas.
El encierro (que también tiene un coste elevado, no nos engañemos) es una consecuencia, pero no un fin en sí mismo. Su grandeza radica en ver la belleza del toro que se lidia en el festejo de la tarde y así animar a la gente a que acuda a la plaza. No quiero referirme concretamente al caso de Collado Villalba, donde es cierto que sobran encierros y faltan festejos, sino a una moda que está propagándose en numerosas localidades y puede traer vicios que ayudan poco a la base de todo: que los toros que se corren en los encierros se lidien en un festejo con muerte. No quiero dar lugar a malentendidos: el encierro es un evento magnífico, espectacular; se debe mantener y proteger, pero siempre caminando en una dirección y con un verdadero sentido.