El futuro de las pensiones
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Tiene razón el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando dice que lo que se ha aprobado por consenso debe ser cambiado por consenso. Y la reforma de pensiones del año 2011, basada fundamentalmente en un retraso en la edad de jubilación y la ampliación del periodo de cálculo, tuvo en efecto el apoyo de los agentes sociales.
Tan sólo una emergencia podría justificar la ruptura. Pero no es esta la situación: primero, porque Mariano Rajoy es quien ahora maneja un discurso optimista, quien nos asegura día sí y día también que estamos al borde de salir de la recesión y de regresar - Dios le oiga-, a la senda de la prosperidad. Si ésta es la perspectiva, no se entendería un recorte radical de las pensiones, en la institución más delicada del régimen, precisamente ahora, cuando lo peor de la crisis parece haber pasado.
Y aún hay otro argumento contra la precipitación: los problemas de las pensiones serán serios, en todo caso, a medio y largo plazo, por lo que no hay otra urgencia que el mandato imperativo de Bruselas, que debería sortearse como fuera. Entre otras razones, porque parece mucho más razonable diseñar la estrategia de futuro con unos criterios de sostenibilidad que se adopten cuando el país alcance una total normalidad, y no ahora, cuanto todavía estamos en situación excepcional y psicológicamente bastante deprimidos.
A menos, claro está, que el Partido Popular quiera aprovechar la coyuntura para debilitar por razones ideológicas el sistema de pensiones en beneficio claro de los planes privados. Y eso parece muy fuerte.