FÚTBOL SALA – Campeonato de España Alevín
La AD Collado Villalba maravilla en el Quique Blas pero pierde el título en los penaltis con ElPozo de Murcia
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
La AD Collado Villalba alevín maravilló al Quique Blas en un fin de semana inolvidable, que debió terminar con los niños que dirige Abel de Dios coronados como campeones de España. Ganaron en semifinales al Barcelona por 4-3, en un partido trepidante de resultado corto para los méritos de la chavalería amarilla, y tenían en su mano el título a 20 segundos de la bocina final. Entonces, con 1-0 favorable ante El Pozo de Murcia, se desató una cadena de fatalidades.
La primera tuvo que ver con la nobleza infantil que empujó a los villalbinos a sacar un contragolpe para sentenciar, cuando esos 20 segundos aconsejaban dormir el partido. La pérdida de la pelota en mitad de cancha propia permitió un tres para uno de El Pozo que acabó con el empate y la prórroga. Después, los penaltis, se saldaron con un vuelco cruel para los pequeños villalbinos, que pasaron del 3-1 favorable al 3-4 final, tras estampar en los palos dos oportunidades de título. Durísimo final para un equipo que despide el curso sin perder ni un partido en las fases finales, que ha desafiado y superado a todas las grandes estructuras del fútbol sala nacional, poniendo en valor seis años de trabajo colectivo, desde la edad de chupetín a la alevín.
Para el recuerdo quedará la semifinal ante el Barcelona, un equipo que llegaba a la Sierra compartiendo el cartel de gran favorito con El Pozo, firmantes ambos de un 19-0 en la suma de los dos partidos de sus respectivas fases clasificatorias. Todo ese supuesto potencial quedó minimizado por una asfixiante presión villalbina, con continuos robos de pelota en cancha ajena que alimentaron a los dos mejores peloteros del equipo, Miki y David Franco. Ambos lideraron una exhibición que minimizó al Barça, sostenido en la primera parte por un gol ilegal por falta al portero al filo del descanso (1-1) y en la segunda por los palos. Hasta cinco remates amarillos toparon con los metales y hasta tres veces respondió el Barcelona a los goles serranos. La última de ellas, a menos de un minuto del final, parecía conducir a la prórroga, pero entonces apareció Miki. El 10 amarillo, un portento de recursos técnicos y sentido táctico, partió al Barcelona con un contragolpe de libro y asistió la carrera de David, que subió el definitivo 4-3 a 30 segundos del final, para llevar la locura a la grada del Quique Blas.
La final parecía propicia ante un Pozo de Murcia que había sufrido para ganar al Santa Cristina por 2-3, después de que el cuadro zamorano estrellase hasta tres balones en los palos. El tempranero tanto de David dio una rápida ventaja al Villalba, aunque pronto se vio que El Pozo, liderado por su espléndido cierre, Javi, iba a plantear más dificultades que el Barça. El 10 murciano marcó el partido, con su capacidad para dar salida desde atrás a su equipo, y su destreza para abortar los ataques villalbinos. La pieza que no tuvo el Barcelona en la víspera. Fue tal su peso en el partido que su entrenador apenas le dio minuto y medio de descanso, ya en la recta final. El rato coincidió con un arreón del Villalba que pudo cerrar la final, pero El Pozo no sólo recuperó a su jugador clave, sino que probó la calidad bajo palos de Guille Molina, que salvó el empate con una parada inverosímil sobre la raya de gol. Iba camino de la coronación como héroe cuando la lastimosa pérdida de balón trajo el 1-1 y una prórroga incierta. Superados los 30 minutos de juego, dos partes de 15 a reloj parado, el cansancio se apoderó de dos equipos acostumbrados a los 25 minutos a reloj corrido. Ese factor, más la tensión propia de la final, marcó un tiempo extra sin demasiadas ocasiones. Hasta que llegaron los penaltis y con ellos el llanto de una generación que debió ser campeona de España.