CUC VILLALBA
Campillo llora un penalti de campeonato
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Sólo los grandes futbolistas pueden traspasar en cuestión de segundos la fina línea que separa la gloria de la decepción, la separadora entre ser rey con corona o príncipe opositor a ella. Nada de héroes y villanos. Campillo, 22 años, un jugador superior a la categoría de Tercera División, asumió todas las responsabilidades y se quedó a medias: metió el penalti que igualaba el 0-1 del Trival, de largo el mejor equipo que ha pasado por la Ciudad Deportiva, y un palmo, el que separa el gol de la parte superior del larguero, le cerró la Puerta Grande.
En ese penalti, pitado en el minuto 90 y lanzado cinco minutos después por el cambio del portero, estaba la posibilidad de retener el liderato y acudir al campo del Santa Ana a rematar el título. Unos pocos centímetros dejaron al rey sin corona, pero Campillo, el alma del equipo, seguirá opositando a ella. Fue el hombre que tiró de unos compañeros superados de inicio por el escenario, mil personas, y la presión de una jornada decisiva. Nadie olvidará que fue él quien sacó del atolladero a un CUC Villalba que ya es equipo de play-off, un premio colosal con el que nadie podía soñar ni siquiera a largo plazo.
Como hace 30 años, cuando Chuchi Bermejo falló un penalti en Majadahonda que hubiese dado el ascenso a Tercera División, la fatalidad se cebó con el líder del equipo. Esta vez fue en casa, con un millar de personas puestas en pie preparadas para convertir la Ciudad Deportiva en un manicomio. Campillo tiró el penalti bien, como mandan los cánones en una ocasión así: fuerte y al centro. El portero quedó vencido y el balón fue al travesaño. Es el fútbol quien decidió que Campillo llorara, sostenido por dos compañeros en la pista de atletismo, mientras la afición coreaba su nombre con la suerte ya echada. La escena retrató por qué el Villalba ha llegado hasta aquí. Por pura solidaridad.
El partido, sin demasiado fútbol, confirmó tanto el potencial del Trival Valderas como la capacidad del Villalba para encontrar respuestas. Como ante el San Fernando, salió frío y tensionado, con la diferencia de que el rival supo penalizarlo con un gran gol de Palacios, autor de un disparo seco y duro que superó a Gaizka con un bote diabólico en el área chica. Por un instante, el Trival amagó con un prematuro KO, sobre todo cuando Rubén, excepcional al cruce, taponó otro disparo de Palacios que era mortal de necesidad. Pero el Villalba se sobrepuso. Al primer caracoleo, Campillo encendió la grada con una caída en el área que Pecharromán Pérez juzgó como una simulación. La tarjeta fue el prólogo del empate, gestado en un exquisito quiebro de Olmedo sobre David Flores en el lateral del área chica que acabó en derribo claro del atacante. El árbitro perdonó la roja al portero y Campillo ajustó el penalti al palo izquierdo para establecer el empate. Todo pareció ponerse de cara cuando el visitante Gonzalo vio la segunda amarilla por simular una falta al borde del área, pero sucedió después que el Trival tuvo dos ocasiones para recuperar la ventaja antes del descanso. En la primera, un saque largo de Flores superó en el bote a los centrales y Palacios, otra vez él, enfiló en diagonal a Gaizka para acabar chutando al lateral de la red; y en la segunda, Julio Cidoncha tropezó en el área cuando procedía a armar el remate, en una acción en la que Pecharromán interpretó otra simulación. “Se me enganchó la bota en el césped”, dijo después el villalbino del Trival, agasajado antes y después de su partido más especial.
La segunda parte acentuó los nervios de unos y otros. Nada más empezar, Joaquín pudo poner el 1-2 con un disparo a la media vuelta que lamió el poste de Gaizka, a lo que respondió Manu con un golpe franco que Flores envió como pudo a córner. Con 10 no perdía sitio el Trival, entregado a la presión y a una defensa bien cosida en los laterales y liderada de forma magnífica por Mario, un central imperial. Mario Rivera echó mano de Álvaro para abrir aún más el campo, pero las intentonas se quedaron en balones colgados al área resueltos de forma expeditiva por la zaga forastera.
Fue así hasta que un córner desde la izquierda dirigido a la cabeza de Rubén desembocó en una alocada salida de Flores, que golpeó con su brazo al central de forma tan aparatosa que se fue expulsado. Penalti y ocasión histórica. Campillo tomó toda la responsabilidad. Falló. El fútbol le debe una. Quizá sea en ese histórico play-off que el Villalba se ha ganado “metro a metro”, como diría David Gordo, en una temporada inolvidable.