www.elfarodelguadarrama.com

El mirador

El insulto en la política

José R. García

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Malas artes se producen cuando hay que acudir al insulto gratuito en los debates públicos como forma de argumentar ideas u opiniones. La Constitución Española de 1978 dejó sentado como uno de los derechos fundamentales en los que se sostiene la convivencia entre todos, las llamadas libertades públicas de expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones, así como a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.
Estas libertades son básicas en un estado democrático, sin ellas no habría democracia, pues contribuyen a crear una opinión pública y a tener una ciudadanía más formada e informada que puede elegir mejor a nuestros gobernantes, por sus hechos y por sus opiniones. La libertad de expresión e información constituye uno de los pilares fundamentales de las sociedades y de sus ciudadanías. Ahora bien, en nombre de dichas libertades no puede acudirse al insulto y a la descalificación personal, estos no están amparados por las libertades de expresión e información, como así lo reitera el Tribunal Constitucional, que debe ser de aplicación por todos los tribunales de justicia. Ser un personaje público, estar en el candelero de la política u otra manifestación con proyección pública, supone estar supervisado por la ciudadanía y los medios en las actividades públicas que se desarrollan e incluso en la esfera personal si de la misma se derivan consecuencias para el hacer público, para que nadie piense que tiene patente de corso y hacer lo que le venga en gana. Pero el hecho de estar en la vida pública y dar la mejor de las ideas y opiniones para mejorar la vida de la ciudadanía tampoco debe significar estar expuesto, día sí y día también, al insulto, porque el insulto es intolerable jurídica y moralmente.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios