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Prado Nuevo: un tema sensible en el que es necesario actuar desde el rigor, la legalidad y el respeto

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
La noticia de que el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ha autorizado la construcción de una capilla en Prado Nuevo (El Escorial) ha provocado, una vez más, un reguero de reacciones de todo tipo, en algunos casos rescatando términos de un pasado que debería estar superado, traspasando la crítica legítima para entrar en el terreno de los ataques y las descalificaciones. Más allá de las recurrentes críticas a la Iglesia, la asociación Entorno Escorial, que habitualmente realiza un trabajo riguroso y muy valioso desde el punto de vista medioambiental y de protección de nuestro patrimonio, remitía esta semana un comunicado en el que comenzaba diciendo que evitaría hacer comentarios sobre la que calificaba como “secta marianista”, como si esta denominación no dejase clara su postura al respecto.

Desde este mismo momento se podrán enfrentar posiciones sobre el impacto que pueda suponer la eventual construcción de la capilla, la necesidad de tener en cuenta posibles atascos en la zona o la exigencia de que el proyecto se someta a un estricto control urbanístico y ambiental por parte de las administraciones local y regional. Pero los integrantes de Entorno Escorial no deberían pasar por alto que la que califican como “secta” es una asociación pública de fieles, así como una fundación, tal como fue reconocida oficialmente hace más de 20 años. No se trata aquí de creer o no en las supuestas apariciones, ni de entrar a valorar la figura de Amparo Cuevas, sino de actuar desde el respeto, evitando utilizar extremos y lugares comunes que no conducen a nada más que a reproducir enfrentamientos del pasado.

Llegado el momento, y en el caso de que el proyecto supere los correspondientes trámites en el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, habrá que velar por el cumplimiento de la legalidad, como habría que hacerlo en el caso de cualquier otra actuación, independientemente de quién esté detrás de la misma. Hacer lo contrario y criminalizar de antemano a la asociación es actuar desde una pretendida posición de autoridad moral en la que las descalificaciones se admiten sólo en una dirección. La crítica, la oposición y el debate son necesarios también en este tema que muchas veces ha enfrentado sensibilidades bien distintas, pero saltarse esa barrera supone cometer un error de bulto que poco tiene que ver con el trabajo que en otras ocasiones ha desarrollado este colectivo ecologista.
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