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La contaminación de Madrid

Por: José Manuel Franco Pardo - (*).- Secretario de Ordenación Territorial y Medio Ambiente del PSM

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
La contaminación atmosférica no sólo supone grandes costes sociales, ambientales y económicos, sino que además genera numerosos problemas para la salud de los ciudadanos. A pesar de ello el Gobierno de Madrid sigue sin adoptar las medidas que están a su alcance para intentar disminuir este problema.

Esperanza Aguirre no puede echar toda la culpa de la contaminación del aire en la Comunidad de Madrid a la ciudad de Madrid y mucho menos a su tráfico. Una vez más la presidenta empieza a echar balones fuera. Los problemas son de otros y nunca de ella. De ella solo son los “éxitos”. Nunca las consecuencias negativas de una política ambiental inexistente en la Comunidad de Madrid. Se olvida una vez más de que, actualmente, los problemas son de gobierno multinivel, máxime cuando hablamos de cuestiones ambientales y más aún cuando hablamos de contaminación atmosférica producto fundamentalmente de fuentes difusas, y como tales hay que abordarlos.

Es necesario trabajar de forma coordinada entre el Gobierno estatal (Plan Nacional de Mejora de Calidad del Aire), Gobierno autonómico (Plan Azul) y gobiernos locales para adoptar de forma inmediata medidas contundentes y valientes que pueden ser la implantación de un Plan de Movilidad Sostenible, los planes de movilidad urbana también sostenibles, el control de los límites de emisiones contaminantes por los vehículos, el fomento del transporte público, el uso de la bicicleta o la planificación urbanística sostenible para devolver la ciudad al ciudadano y no para seguir diseñando ciudades para los coches.

Debemos ser conscientes de que en Madrid capital entran diariamente más de un millón de vehículos provenientes en gran medida de otros municipios de la Comunidad. Por tanto, si la presidenta Aguirre echa la culpa de la contaminación al tráfico, ha de ser consciente de su gran responsabilidad y de que si el Plan Azul fuera capaz de dar una solución alternativa, aunque sea tan solo al 30 por ciento de esos vehículos, quizá no estaríamos hablando en estos momentos de la contaminación que según la presidenta provoca Madrid a sus municipios.

Por otra parte, tampoco podemos olvidarnos de lo orgullosa que se muestra la presidenta del Gobierno Regional cada vez que inaugura nuevas infraestructuras diseñadas no para un mejor transporte, sino para moverse mejor en coche, y sin tener en cuenta los impactos ambientales de los que tanto se queja ahora, echando la culpa a los demás.

Es absolutamente necesaria la integración y coordinación de los diferentes ámbitos temáticos (calidad del aire, salud pública...) y administrativos (gobierno central, autonomías, ayuntamientos) para el establecimiento de un Sistema de Vigilancia y Control de la Contaminación Atmosférica y sus posibles efectos sobre la salud. Las políticas que se generen, han de ser políticas transversales, intra-intersectoriales y sobre todo coherentes capaces de fomentar la cooperación y la participación de los distintos agentes implicados. Es imprescindible entender la naturaleza compleja del impacto atmosférico y las distintas interrelaciones entre las fuentes contaminantes y los efectos sobre la salud, los ecosistemas, los materiales y el patrimonio para articular una amplia gama de instrumentos eficaces de lucha contra la contaminación. La gestión de la calidad del aire esta por tanto integrada tanto en políticas ambientales, como políticas de salud y sectoriales: urbanismo y gestión del territorio o energía y transporte.

Por ello hay que atender especialmente a los elementos de planificación y de participación corresponsable con un enfoque integrado, integrador y cooperativo. La integración del fenómeno de la contaminación y calidad del aire en las planificaciones de las políticas sectoriales y, en especial, en la planificación urbana y la ordenación del territorio, son fundamentales para la conservación del ambiente atmosférico y un desarrollo urbano sostenibles.

La contaminación atmosférica no respeta fronteras, por ello, más allá de las actuaciones municipales hay que potenciar la máxima cooperación interadministrativa en aras de la eficacia, la eficiencia y la responsabilidad compartida. Además, con esa perspectiva integral, una planificación desde la sostenibilidad debe orientarse con una visión global.
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