www.elfarodelguadarrama.com

Noviembre y la Tierra Prometida

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
No sé a santo de qué se le está dando tanta importancia al cambio anunciado, inútil si no se parte de principios distintos a los que nos ha llevado esta forma ramplona de hacer política; que es, como es sabido y no otra cosa, que administrar los bienes ajenos.
Lo del cambio no es para tomárselo a la ligera; 40 años se tardó en alcanzar la Tierra Prometida a pesar de que estaba a unos cien kilómetros; es decir, hay que distinguir entre desear el cambio y otra poder conseguirlo en el tiempo necesario. Sí, ya se sabe que Felipe II quebró el imperio hasta en cuatro ocasiones; que con Felipe IV no había dinero ni para comprarle el postre a la Reina; que con su triste hijo, Carlos II, todo el cortijo estaba en almoneda, Y así sucesivamente hasta la autarquía franquista, a pesar de que en ella empezó a instalarse el estado del bienestar; nada que ver con el estado de libertad. Pero, bueno, como a todo se acostumbra uno, hasta el silencio compensado con ‘seiscientos’ y pisitos del Sindicato Nacional de la Vivienda era más llevadero. El panorama de ahora es mucho más negro. De momento, el gobierno saliente - si sale- no sólo ha dejado una deuda infumable, sino que ha destripado la confianza que ‘los mercados’ deben tener con aquellos países a los que les prestan dinero. Eche la vista atrás y recuerde cuando se vivía de ‘fiado’, que los sábados al mediodía, cuando el marido llegaba con el ‘sobre’, la esposa corría al ultramarinos de la esquina para pagar lo que había gastado durante la semana; una gloria a pesar de todo, porque deber a una semana vista es, comparado con hoy, una felicidad; ya se ve cómo será la cosa que antes se soñaba con dejarle a los hijos una carrerita y la casita pagada, mientras que hoy nadie se ruboriza por dejar a sus herederos en el paro y la hipoteca pendiente.

Pero volvamos al caso. Este podría resumirse en que en la historia de España, además de ser un país escasamente productivo, nunca se han tenido en cuenta las pequeñas fugas, no sólo de capital empleado en cosas absurdas como de presumir, encima, de que esas fugas han sido siempre “el chocolate del loro”; es decir, en España siempre ha habido una profusión de loros todos ansiosos de chocolate.

Sin embargo, con noviembre encima, no existe un sueldo consuelo para que no se nos abran (más) las carnes. En primer lugar, por lo que decía antes sobre la Tierra Prometida: 40 años. En segundo porque nadie sabe si 40 años de sequía van a ser soportables y si no vamos a tener que recurrir a otro Becerro de Oro, con lo peligrosos que han sido siempre, y más en España, que cuando ha decidido tirar por el camino de en medio siempre se ha equivocado. Claro, esa es la cuestión que debieran tener en cuenta los mamandurrios y no esperar a que el pueblo diga: ¡No me provoques... no me provoques!
Menos mal que ya llegó noviembre. No obstante, aparte de los grandes enunciados, se ha dicho poco sobre cómo conseguir los objetivos propuestos. Ya no vale decir que todos tenemos derecho a tener un chalé en la Costa del Sol o en la Sierra. Ahora habrá que decir cómo vamos a conseguirlo. Después, naturalmente, de darle un bocata de chopped pork -uno por cabeza y a diario- a los cinco millones de herederos que nos ha dejado Zapatero. Esto mientras se cruza el desierto.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios