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El ‘caso Gómez Sierra’ desemboca en una vergonzosa espiral de traiciones y amenazas mientras el PSOE continúa en descomposición

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Las informaciones publicadas a lo largo de las últimas semanas por El Faro del Guadarrama en relación al concejal del PSOE José Antonio Gómez Sierra han provocado una cascada de reacciones en la Agrupación Socialista, hasta el punto de que el lunes se convocó de forma urgente una reunión extraordinaria de su Ejecutiva. El objetivo no era otro que abordar la posible apertura de un expediente de expulsión del ex edil de Hacienda y Urbanismo, ahora en la oposición, a lo que al parecer éste respondió con la amenaza de tirar de la manta y llevarse por delante a sus aún compañeros y también al ex alcalde, José Pablo González, que en todo este escándalo, y a pesar de continuar como secretario general del PSOE de Collado Villalba, aún no se ha pronunciado públicamente, guardando un silencio cómplice que pone de manifiesto que el grado de putrefacción del socialismo local continúa en aumento.

Pero si algo ha sido verdaderamente sorprendente ha sido la reacción de El Telégrafo, que de la noche a la mañana se ha hecho eco de las informaciones publicadas por este semanario (sin citar fuentes, como cabría de esperar de un periódico que ha hecho de la falta de ética periodística su principal característica) para acabar reclamando la cabeza de Gómez Sierra, además de denunciar la corrupción de los gobiernos de José Pablo González, cuando hasta hace apenas unos meses sus páginas servían como plataforma propagandística del Ejecutivo del PSOE, defendiendo con uñas y dientes sus más polémicos proyectos, con la obra de Honorio Lozano a la cabeza. Por supuesto, obviaba en sus pseudoinformaciones los datos que implicaban a su ex editor, Evaristo Núñez Milara. Pero que nadie olvide que éste no ha desaparecido, sino que se mantiene en la sombra, por mucho que ahora intente lavarse las manos, en una actitud de mayúscula cobardía.

El Evaristo Núñez Milara que ahora esconde la cabeza es el mismo que aparecía en las fotos de la Nochevieja en Andorra con José Pablo González, compartiendo cena, máscaras y matasuegras; el mismo que despachaba de forma habitual con Gómez Sierra y fue socio de José Carlos Gómez Paredes en IGS-Villalba, la empresa a la que el citado edil adquirió una vivienda en ‘El Palacio del Tomillar’ a través de su empresa fantasma; y el mismo que montó en cólera después de que desde estas páginas destapásemos la trama políticoempresarial -de la que él era su principal protagonista- que se escondía tras el concurso para la construcción de un centro comercial en los terrenos del Caño de la Fragua. Porque en este frustrado pelotazo radica el origen de tan radical cambio de postura, buscando ahora venganza en la figura del defenestrado concejal socialista, que mientras las puñaladas van de lado a lado se mantiene en su puesto con la seguridad de que lo que sabe y lo que calla es material inflamable de primer orden.
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