Han sido 13 años. 13 años estupendos. 13 años maravillosos, desde aquel primer curso de la inauguración del Centro Cultural La Pocilla. Tanta alegría y tanto arte, tantas anécdotas, tantas funciones, alrededor del centenar. Cuatro grupos cada año, algunos años cinco -se doblaba el grupo de 4 a 8 años-. Dos representaciones por grupo cada curso, una en Navidad y otra distinta, más ensayada y elaborada, en junio.
Jardiel Poncela, Woody Allen, Nancho Novo, Shakespeare, Valle Inclán, Jacinto Benavente, Paloma Pedrero, Sanchís Sinisterra... y tantos buenos autores han visto sus obras sobre la mágica escena, defendidas por nuestros aficionados galapagueños, a menudo como auténticos profesionales. Sin contar las actuaciones de figuras internacionales del género clown que trajimos a la Pocilla: Leo Bassi, Hillary Chaplin, Pex en Raya, Chaperstons, dentro de la programación del Festival Internacional de Clown de Madrid. Todos los años se complementaba la formación con monográficos ofrecidos por grandes especialistas, con muestras al público sobre dichos temas: máscaras, coros griegos, Commedia de’ll Arte, interpretación ante la cámara, malabares, clown, caracterización, esgrima, coreografía, comedia musical, mimo... Pocas veces se habrá rentabilizado tanto tan exiguo presupuesto.
En este tiempo han pasado buena parte de nuestros convecinos, de todas las edades, por la Escuela de Teatro. Algunos empezaron como niños del primer grupo y crecieron con nosotros. A menudo, dos o tres miembros de la familia ensayaban en distintos grupos de edad. Mirando hacia atrás, no tenemos más que buenos recuerdos y momentos mágicos, donde la palabra se hizo arte y el compañerismo era un seguro de juego, trabajo y diversión.
En relación con la Administración no siempre fue fácil. Hemos pasado por al menos siete concejales distintos, de distintos gobiernos municipales, con sus más y sus menos. Cualquier empresa que trabaje con ayuntamientos sabrá de qué hablamos. Llegaron a debernos más de dos años de atrasos y aún se nos debe desde principios de 2011. Ni por esas se detenía nuestro trabajo. Ni tras los severos recortes de los dos últimos cursos, en los que, solidarios con el endeudamiento municipal, bajamos a mínimos nuestro presupuesto -reduciéndolo hasta un 25 por ciento- para que pudiera cubrirse enteramente con las cuotas de los alumnos. De hecho, la nueva concejala de Cultura nos aseguró a principios de julio la continuación, pidiéndonos un presupuesto que no superase el del pasado año, documento que entregamos en Secretaría.
A primeros de septiembre, la directora del Centro nos da la noticia, a toro pasado: la Escuela de Teatro ha salido a concurso, con tramitación de urgencia, dentro del ‘pack’ del resto de actividades del Centro Cultural, y ya ha sido concedida. Ella dice que creía que nos había avisado; la concejala de Cultura creía que nos avisaría la directora. Querido lector: ¿Le han avisado a usted? Pues a nosotros tampoco. La sospecha de soslayarnos parece evidente, aunque desconocemos los motivos.
La adjudicataria ha sido ‘Música Selecta’, que ya llevaba el resto de actividades, excepto teatro. Damos por hecho que intentará hacerlo bien, ¿por qué no? Aunque ya no será una Escuela como tal (teníamos y tenemos, además de buenos profesionales, un gran fondo de escenografías, vestuario, maquillaje, atrezzo...), mas bien se plantea como clases sueltas de una ‘asignatura’ cualquiera. Nuestra empresa ‘El Montacargas S.L.,’ con un teatro abierto en Madrid desde el año 1993, una compañía profesional desde 1987, que ha dado cursos por toda la Comunidad de Madrid y que llevó la programación en distritos como Usera y Tetuán, organizando eventos culturales de todos los colores, considerábamos que la Escuela de Teatro de Galapagar merecía, al menos, ser informada del citado concurso (por cierto, ¿está realmente justificado el ‘trámite de urgencia’?). En fin, creemos estar tan capacitados -lo hemos demostrado- como cualquier otra empresa cultural para organizar las actividades culturales de este municipio. Bien es verdad que, a estas alturas, preferimos especializarnos sólo en nuestro teatro y es más que probable que ni siquiera nos hubiésemos presentado. Cuesta tan poco quedar bien... El resultado hubiera sido el mismo y se habrían ahorrado dar una puñalada por la espalda. Por cierto, y aquí viene lo mejor, ¿sabían que iban a pagarle más a Música Selecta por las clases de teatro de lo que nos pagaban a nosotros? Luego no es por ahorrar. Resulta que nosotros, vecinos de Galapagar, perdemos un trabajo, también nuestros profesores, a nuestros alumnos se les va a subir más aún la cuota y todo apunta hacia un servicio más reducido y de menor calidad y con otro agravante: con la nueva empresa se va a gastar más dinero el Ayuntamiento. ¿Dónde está, pues, el beneficio para el pueblo? ¿Por qué se habrá hecho esta extraña jugada?. En plena fiebre de privatizaciones, donde el ahorro brilla por su ausencia, caso de intentarlo podríamos evitar un sueldo al erario municipal. Proponemos por tanto, desde aquí, la desaparición de la Concejalía de Cultura de Galapagar. Total, para lo que sirve.
Nos seguiremos viendo por el pueblo. Se han creado muchos lazos personales y amistades que seguirán. Para los que os guste el buen teatro en medio formato, bastará que presentéis el DNI o similar, como vecinos de Galapagar o Colmenarejo, para haceros un descuento en el precio de la entrada a nuestras funciones de la Sala Montacargas de Madrid. A los antiguos alumnos, deciros que hemos digitalizado los vídeos analógicos de los primeros años y podemos pasaros copias gratuitas de cualquier grupo que nos pidáis. Dirigiros a:
[email protected]. Salud y suerte.