www.elfarodelguadarrama.com

Propósitos muy endebles

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Después de que el PSOE tiñera de “azul pepero” el fondo del escenario donde se celebró el pasado fin de semana la conferencia política, era hasta cierto punto previsible que el candidato a la Presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, dedicara parte de su intervención a explicar a los suyos y al electorado las diferencias entre su partido y el de Mariano Rajoy. Como si fuera uno de esos juegos en el que, con ayuda de la punta de un lápiz, hay que encontrar las siete diferencias entre dos dibujos en apariencia calcados, Rubalcaba fue precisando con calma las zonas donde una línea escamoteada o un círculo añadido en el vértice de un polígono demuestra que, en efecto, ambos partidos no son una reproducción exacta.
“No somos iguales, no hacemos lo mismo ni cuando las cosas van bien ni cuando van mal”, dijo el candidato socialista antes de enumerar las peculiaridades del propósito de unos y otros. El PSOE de Zapatero, dijo, ha mantenido los subsidios de desempleo y han garantizado a todos “la educación de sus hijos, los médicos y hospitales”. Ahora Rubalcaba se compromete a mantener intocables los tres grandes capítulos sociales donde las distancias entre socialistas y populares son más evidentes: educación, sanidad y políticas sociales. El PSOE quiere buscar el dinero que les falta para asegurar el mantenimiento del bienestar en más impuestos a los bancos, la subida del tributo sobre el patrimonio a los ricos y un incremento de las tasas sobre el alcohol y el tabaco.

Tristes logros, pensarán algunos, si pasan la vista a a su alrededor y comprueban las trágicas evidencias de este estado de cosas. Triste e inestables logros pues, como la experiencia nos ha enseñado, basta una mala noche de los directivos de Moody’s Corporation, una indigestión del Ecofín o la diarrea de uno de esos especuladores que presumen de cinismo para constreñir aún más la voluntad de los poderes políticos y, por extensión, mandar a la mierda al sacro principio de la representación democrática. Seamos claros: las intenciones de los gobiernos o responden ciento por ciento al modelo arbitrario que imponen en cada momento los mercados o no son más que proyectos ideales sin garantías de ejecución.

Entonces, ¿cuáles son las diferencias ideológicas capaces de sobrevivir en ese panorama de obligatoria uniformidad económica? La reciente experiencia del PSOE de Zapatero (y de Rubalcaba, como vicepresidente, por supuesto) demuestra la endeblez de los propósitos de distanciamiento. A la socialdemocracia, una vez rendida ante los mercados, sólo le queda la intención. La intención y la fe en que no le corten el vuelo, sobre todo tras hacerse público el pasado martes el aumento del número de parados en otros 95.000. Y quien dice el vuelo dice el gaznate.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios