El Equipo de Gobierno de Alpedrete cambia austeridad por subida de sueldos
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Lo de que el movimiento se demuestra andando es algo tan obvio como, a veces, difícil de cumplir. Y para muestra, nada mejor que fijarnos en Alpedrete, donde el Equipo de Gobierno que dirige Marisol Casado (PP) ha estrenado la legislatura con una generosa subida de sueldos (ni más ni menos que lo que hace cuatro años hizo en el vecino municipio de Collado Villalba el socialista José Pablo González, luego literalmente barrido en los comicios municipales del 22-M). El argumento de la alcaldesa para justificar el incremento está en asegurar que las retribuciones de los ediles alpedreteños están entre las más bajas de la comarca, además de recordar que en 2003 se recortaron significativamente los salarios e incluso apelando a la solidaridad con los trabajadores municipales a la hora de reducirse el sueldo el pasado año (ahora, de manera igualmente solidaria, ¿habrá un incremento análogo al del Equipo de Gobierno?). También cabe preguntarse el por qué de adoptar esta medida justo a la vuelta de la cita con las urnas. ¿Acaso no lo hizo antes por temor a recibir un castigo en las urnas? Por otra parte, el Ejecutivo alpedreteño debería ser especialmente cuidadoso en el mensaje que manda a los vecinos, porque sabido es que una cosa es predicar y otra bien distinta dar trigo. A lo largo de los últimos meses, e incluso ahora, el Equipo de Gobierno de Marisol Casado ha hablado una y otra vez de la necesidad de actuar con austeridad -en la línea del PP a nivel regional y nacional- dada la complicada situación económica, palabras que difícilmente encuentran acomodo en la decisión adoptada por el Ejecutivo en el primer pleno operativo de la legislatura -¿no había otros temas más urgentes que actualizar los salarios de los ediles?-. Tratar de vender austeridad para luego proceder a una importante subida de las retribuciones, por mucho que éstas estuvieran bajo mínimos (en todo caso, muchos firmarían, y más en una coyuntura como la actual, cobrar lo que un concejal raso), exigía, al menos, una cierta reflexión por parte del Ejecutivo, que quizá debería haberse preguntado si ésta era la mejor manera de empezar un nuevo mandato y si ésta era de verdad la primera decisión que pretendían trasladar a los ciudadanos. Cuestión de prioridades.