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Crisis ganadera

Por ALFREDO FERNÁNDEZ
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Adolfo Martín, que conoce el campo bravo como la palma de su mano, lo apuntaba la pasada semana en estas páginas. El sector ganadero, que ya estaba en una situación delicada antes de llegar la crisis, pasa ahora un momento crítico. No hay paños calientes, la cosa anda muy mal y es un secreto a voces. Sobran muchos toros, están desapareciendo vacadas de manera drástica, y los ganaderos que no están en la elite y no lidian en las grandes ferias pasan el peor momento económico en décadas.

Existen unas diferencias insalvables entre altos costes de producción del toro de lidia y los de su posterior venta en el mercado. Esto, con la suerte de que se vendan y no acaben apuntillados en la angosta manga del matadero porque a sus propietarios no les queda otra salida. La caída en picado del número de festejos ha traído sus consecuencias, como también la llegada de tanto advenedizo metido a ganadero buscando vanidad y blanqueo de capital.

El dato que acabamos de conocer de primera mano es escalofriante. Más de 1.000 ejemplares han sido sacrificados en el matadero estas semanas porque no quedaba otra. Hay ganaderos que sé están tambaleando, pero aguantan el tipo como pueden. Para los que crían toros menos comerciales y que no son del agrado de los toreros, pinta muy negro. Vacadas de encastes como Santa Coloma, Vega-Villar o Atanasio están condenadas a desaparecer. Este invierno ha marcado el fin para divisas acrisoladas de Salamanca: Sánchez Cobaleda, Terrubias, José Manuel Sánchez, Pérez Escudero, Trifino Vegas... Han aprovechado un vacío sanitario para poner punto y final a tantos años de historia. No soportaban más que los empresarios se rieran de ellos pagándoles cifras vergonzosas.

El pasado año, una ganadería madre, la de Atanasio Fernández, se exterminó, aunque fuera como fruto de su descastamiento. Otra vacada charra de gran importancia es la de Antonio Pérez, los famosos Apés que tantas tardes de Gloria dieran a Ordóñez o El Cordobés en los 60. La mancha de ganado en la llanura de la finca de San Fernando llamaba poderosamente la atención. Había medio millar de vacas de vientre y cientos de toros. Ahora no supera el medio centenar y casi como algo testimonial.

Para 2011 la cosa puede empeorar todavía más. Los grandes beneficiados de todo esto son los empresarios, que van a hacer su particular agosto comprando a precios irrisorios sin ver diezmadas sus subvenciones. Se van a aprovechar muy bien de la fragilidad del criador de reses bravas. Los antitaurinos deberían tener claro también que si se eliminan las corridas, el toro de lidia está condenado a desaparecer.
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