OPINIÓN
Como ovejas sin pastor
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Aunque al anuncio de la alcaldesa sobre apertura de investigación en la Policía se podría aplicar el refrán popular que dice que “nunca es tarde si la dicha es buena”, lo cierto es que en esta legislatura, al menos en este tema, “sería más adecuado utilizar otros dichos, por ejemplo, como ovejas sin pastor o perdidos de la mano de Dios”.
La incorporación al inicio de legislatura de 22 Bescam, lejos de resultar positiva ha sido una continua fuente de conflictos, un problema que nunca ha terminado de ser solucionado, solo parcheado. Sin un mando técnico que hiciera positiva la presencia de tanto policía, la práctica común es la autogestión, los turnos cómodos, la ley del mínimo esfuerzo, el libre albedrío en una plantilla dividida en tres grupos enfrentados más un cuarto, el más numeroso, ajeno a la bronca, que señala con el dedo al balcón de la regidora como culpable de tanto desmadre.
Hace casi tres años que salieron a la luz las primeras denuncias de PIVALDE sobre el uso fraudulento de la tarjeta de gasolina por parte del cabo. La trapacería del responsable policial solo mereció una sanción de tres meses y 15 días de empleo y sueldo. No obstante, el jefe de la Policía queda para siempre desautorizado como mando. Cuando volvió, nadie se lo dijo, no se actuó entonces y el cabo, reforzado a su vuelta, se dedicó, según el largo y extenso dossier que ha elaborado la concejala del área, a la insubordinación y el boicoteo más burdo.
Hace un año que se aprobó en pleno, a solicitud de la oposición, dotar a la Policía Local de los mandos que marca la ley: un sargento y tres cabos. Este compromiso lo cambio en enero pasado la alcaldesa por el nombramiento accidental de dos agentes como cabos provisionales. Un parche que se justificó con la falta de presupuesto. Este nombramiento “digital” no ha sido nunca aceptado por una parte significativa de la plantilla que aspira por concurso público al puesto.
Algunos, a golpe de boletín y reglamento, entraron en una guerra absurda que altero el statu quo de un pueblo grande que funciona como uno pequeño. Comenzó su particular campaña de multas, seguramente lícitas pero poco populares y algo inexplicables. El resultado final es que la plantilla no tiene control jerárquico efectivo y esta inmersa en una tormenta de denuncias internas y externas. Es por esto que, en este caso, es posible que ya no se pueda aplicar el “nunca es tarde si la dicha es buena”, sino el de “quien juega con fuego, se acaba quemado”, y ahora mismo la Policía de Valdemorillo es material altamente inflamable. Los registros y cartas de esta semana anuncian más gasolina a una hoguera que ahora quiere apagar Pilar López Partida por un camino que debió haber emprendido hace ya tiempo, cuando la lumbre era un conato de incendio y no una pira de sacrificio inquisitorial.