PUNTO DE VISTA
Trini y las ‘connotaciones peyorativas’
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
La señora o señorita Trinidad Jiménez tiene sus talentos enterrados en alguna parte. No parece persona proclive a los alardes, y esto también explica esta permanencia y proyección en las extensiones orgánicas de la militancia. Hace alrededor de un año gestionó bien la cris de la Gripe A, que puso en jaque la tranquilidad pública, precisamente así: sin muchos aspavientos y sin protagonismos, y con una apariencia de normalidad que entonces se tradujo en una calma cívica. Lo que esta señora o señorita haya hecho después con esos mismos talentos, sean cuales fueran, no lo sabemos con demasiada exactitud, y esto también es una buena noticia en un país en el que la discreción, hoy más que nunca, es capital político. Como estamos instalados no únicamente en la crisis económica, sino también en la institucional, que es seguramente mucho más pronunciada y anterior, aquí quien no se mueve demasiado del marco de la foto, quien sabe protegerse de cualquier ambición y adaptar bien el gesto y el lenguaje, seguro que se ha ganado un puesto de por vida.
Alfonso Guerra ha dicho la verdad sobre la victoria de Tomás Gómez en las elecciones primarias de Madrid y la derrota de las señora o señorita Jiménez, y también de su cuerpo de padrinos y acólitos (entre estos el alcalde de Collado Villalba). Guerra se ha referido a la “señorita Trini” y entonces se han abierto las venas matriarcales, sobre todo dentro del PSOE. Respeto profundamente las convicciones feministas, como cualquier ideario de igualdad de derechos; pero, francamente, no veo el tema y tampoco ninguna controversia. ¿No era el lema de su campaña “Trini puede” o algo por el estilo, como homenaje o plagio al “Yes, we can” de Obama? ¿No se le llama Trini a la señora o señorita Trinidad Jiménez? Entonces, hablar de la “señorita Trini”, por mucho que se pongan, es muy razonable.
El pasado domingo, en una entrevista radiofónica, Trinidad Jiménez insistió en que ella, como el señor Alfonso, es andaluza, y que los dos saben, como andaluces, las “connotaciones peyorativas” de “señorita Trini”. Llevo muchas horas tratando de averiguarlas -excluyendo la figura de señorito terrible, tipo Los santos inocentes, que no es patrimonio sólo de Andalucía- y únicamente he recordado a mi señorita Leli, maestra mía en primero y segundo de EGB, a la que todos queríamos. “La señorita Trini” pudo cortar el cuento, pero ha preferido mantenerlo vivito y coleando. Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, en relación con la propuestas realizadas por Tomás Gómez, dijo hace semanas que “oir a un socialista hablar de que tiene la solución para crear empleo suena como si Paris Hilton viniera a hablarnos de cómo va a fundar conventos” que, desde mi punto de vista, es el peor machismo femenino que he visto últimamente, y no se armó este mismo jaleo semántico, protocolario y político. No apareció entonces el Ministerio de Igualdad de Bibiana Aído, ni la “señorita Trini”, ni muchas de las voces de ahora para defender a la señora o señorita Paris Hilton.